Hablemos un poco sobre la filosofía de Byung-Chul Han

En estos últimos días me he leído con más calma a este autor, conocí su trabajo desde hace poco y no puedo creer que he vivido ésta última vida sin haber leído sus trabajos o tan siquiera escuchar su nombre y me agradezco enormemente a mi sensei Alberto Buitre por haberme platicado sobre él, en esta reseña no hablaré específicamente de él o de su filosofía, me centraré en 2 de sus libros, que a la fecha siguen siendo de mis favoritos y son altamente recomendados.
Si no lo conocían, es un autor que ofrece mucha tela que cortar y si ya lo conocían, ¡¿cómo osaron no decirme nada sobre él?!

Ahora sí, perdón.

Un poco sobre Byung-Chul Han

Byung-Chul Han o Pyong-Chol Han, nacido en Seúl en 1959. Es un filósofo y ensayista, experto en estudios culturales y actualmente es profesor de la Universidad de las Artes en Berlín; escribe sus textos en alemán y es considerado por muchos como uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por sus críticas al capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.Y creo que eso es lo más destacado sobre él, pero me enfocaré en sus 2 libros: La sociedad del cansancio (2010) y La agonía del eros (2012). Así que, aquí vamos.

La Sociedad del Cansancio


El filósofo seña que en el siglo XX de El Paradigma inmunológico; el cual se basa en que una cultura distingue lo de adentro y lo de afuera, es decir, el yo y el extraño. Define que el humano ve a lo extraño como un enemigo que puede atacarlo aún cuando no sea peligroso, porque el simple hecho de ser algo desconocido, lo rechazo. Y es el siglo XXI donde Byunh-Chul propone el concepto de el Paradigma Neurológico, donde el enemigo no viene necesariamente de afuera, sino adentro, o sea, en nosotros, desvaneciendo la otredad. Él dice que esto es lo que provoca las enfermedades mentales como la depresión, la bipolaridad e hiperactividad, el síndrome de burnout, entre otros. Provocando que nuestro yo, cuando se siente agotado o cansado en una sociedad que se basa en el “sí puedo”, se deprime consigo mismo o como dice el video “se enferma de positividad”.
La base de este paradigma inmunológico es la violencia de lo positivo contra la violencia viral, la violencia de uno mismo contra la violencia del otro. Pasando así a la sociedad disciplinaria que mencionaba Foucault a la sociedad de control. Este control se basa en el rendimiento, la obligación está en el rendimiento de nuestra persona y con ello, viene una culpa cuando no se logra cumplir ese rendimiento, un factor que influye en esto ese mensaje positivo de ser personas que todo lo pueden hacer por el mero poder de su voluntad. Mientras que en la sociedad disciplinaria tenía un discurso negativo con respecto a lo que no podemos hacer, la sociedad del control es su antítesis, argumentando que uno debe poder ser y hacer, solo existiendo la noción de poder: sí se puede, sí puedo, sí podemos…
Esa se volvió la metas de todos, los logros y las iniciativas de proyectos remplazan los mandatos y las leyes. Entonces, si la sociedad disciplinaria (disciplina) generaba locos y rebeldes, la sociedad del control (autodisciplina) genera a depresivos y fracasados. Soy mi jefe, mi propio amo; y eso es lo que genera nos autoexplotemos, manejando una libertad paradójica. Esa libertad genera un cúmulo de positividad que se vuelven estímulos e impulsos excesivos que en vez de beneficiarnos nos afectan pues no deja espacios “vacíos”, estos espacios vacíos como los momentos de silencio, meditación, concentración o para estar dispersos. Concuerdo con el filósofo de que se debe recuperar la capacidad de contemplación, de escuchar, pues es inerte para el espíritu humano y al contrario de lo que se cree ahora, el aburrimiento no es algo malo necesariamente, es una virtud. Quien tolera el aburrimiento es lo que permite nuevos espacios de contemplación para alimentar el pensamiento y nutrir el espíritu. Debemos volver a aprender a mirar, escuchar y pensar, y por consiguiente, a limitar los impulsos y los instintos. Saber a decir no, pues es un error creer que uno entre más activo esté, es más libre. Lo que permite que nuestro espíritu y nuestra mente sea realmente libre es con la contemplación, aprender a detenerse de vez en cuando.

La vida actual, rodeada de estímulos digitales, no nos deja espacio para descansar o para salir de la positividad. Por ende, no deja que se traten los pensamientos y sentimientos negativos como la rabia, la tristeza o el disgusto. Esas son emociones que implican que debemos detenernos y claro, eso es algo que no podemos hacer, sólo podemos tener enojos temporales, lo cual impide que se externen o trabajen estas emociones, y ese acumulo de sensaciones son las que generan las enfermedades mentales ya mencionadas. El enojo no genera cambios ni aporta nada, la rabia es lo que permite detenerse, analizar y hacer algo al respecto.
Así que, al contrario de la idea romántica que se vende de la positividad y la sociedad de control lo que hacen realmente es que nos comportemos como computadoras de rendimiento. Una sociedad que dice que debemos pensar, pensar y pensar, sin descanso y sin dejar espacio a la reflexión. La negatividad, aunque su nombre lo confunda, no significa pasividad sino actividad entonces no podemos vivir solo con positividad porque eso nos vuelve de pensamiento pasivo, se necesitan de ambas cosas, manejándolas en balance, el pensar y no pensar. Entonces, lo que estamos haciendo es rendir sin rendimiento, hacemos actividades sin pausas que genera agotamiento excesivo que aparentemente solo se cura con sobrestímulos o de plano te deja rendido y deprimido. Convirtiéndonos en una sociedad que se basa en el dopaje para seguir rindiendo. Llegando a un cansancio que nos destruye y destruye a quienes nos rodean.

La Agonía del Eros

Él propone que el narcisismo, confundiéndose con el amor, genera la pérdida del otro, de la otredad, generando egoísmo. Proclama que en estos tiempos, existen varias amenazas para el amor. No solo por la limitada libertad de elección o la coacción de lo óptimo, domesticando al amor para que nos quiera como queremos o que se comporte como se nos antoje, tampoco significa que el amor se enfríe por el raciocinio o cómo la tecnología se ha visto involucrada en el amor. El mundo de ahora hace que el otro padezca una erosión a causa del narcisismo de la propia mismidad, una subjetividad que acentúa la líbido que se asienta en la propia subjetividad, generando una sola realidad proyectada desde el yo.
El autor advierte que la experiencia erótica presupone la asimetría y exterioridad del otro, esto significa que el otro, que yo deseo o me fascina, no tiene lugar, no figura en el panorama. El consumismo también tiene que ver, pues ha provocado que las personas aspiren a eliminar la alteridad atópica de las diferencias, por lo que el amor se hace cada vez más raro. Lo que “mata al amor” es que el narcisista no puede encontrar nada que esté fuera de sí mismo, por lo tanto, nadie es digno de su amor ni nadie lo puede amar como él quiere y de eso no se trata el amor. El amor es todo lo contrario; el amor hace que salgas de ti y mires al otro, lo reconozcas y distingan sus diferencias. El caso del amor no se salva de lo que mencionábamos en la cuestión de la sociedad de control, la cuestión de explotarse a uno mismo, la concepción que se genera de uno mismo y la culpa que genera el fracaso ante este cansancio, afecta al amor, pues este se positiviza (idealiza) como sexualidad, sometiéndose al dictado del rendimiento. Y la sensualidad se vuelve algo que se debe aumentar, volviéndolo todo una mercancía. Se sexualiza al otro, el otro se vuelve un banal objeto que excita y se consume, no se ama. De ahí viene la idea de lo porno. Así que la moralidad no es la amenaza a la sexualidad como se creía en el siglo XX; lo que hoy amenaza a la sexualidad es la extrema sexualidad, el porno, y es esa presencia la que aniquila al eros.
Han aborda el tema de la pornografía como la antípoda del Eros (el amor), porque aniquila la sexualidad misma; bajo este aspecto, Han dice que incluso es más eficaz que la moral: lo obsceno en el porno no es el exceso de sexo, sino que allí no hay sexo.
Se ha confundido el amor con el disfrute, pues todo lo que importa son los sentimientos agradables, sin embargo el amor implica no solo alegría; se sufre porque se siente. Pero para el positivismo actual lo que estorba o impide la felicidad no debe existir y para la sociedad del rendimiento, fallar en el amor es impensable. Tal vez es por eso que el sexo de ocasión tiene mucho éxito día a día, pues es tener una breve relación con alguien que tenga la ausencia de esa negatividad, con el hecho de que el amor se atrofie como objeto de consumo y de cálculo hedonista, todo se termina resumiendo a uno mismo, que todo se centre en lo propio, se genera un narcisismo extremo, lo que genera que el otro vaya desapareciendo.
Han plantea la mera vida, que es que, en la antigüedad se basaba en la tensión, el dolor y la vulnerabilidad humana, pero que actualmente, esas mismas relaciones humanas se ven vaciadas de aquella negatividad y como se vuelven totalmente positivas, las relaciones se caracterizan por la calma o la suavidad. A esto lo llama Han como un amor domesticado, es un amor que no quiere tomar riesgos, se parece más a un bien de consumo, elegible, sin riesgos garantizados, quitando el dolor y el sufrimiento. Siendo así que el amor pierde su capacidad de trascender o trasgredir, es un amor que sólo busca lo cómodo y lo igual. Han plantea a la mera vida con el tema de la salud, siendo esta como un camino a la felicidad. Si en la antigüedad se planteaba en la vida y la muerte, en la actualidad solo se queda lo positivo de la vida, una vida liberada de la muerte, una mera vida que no alcanza la buena vida. La mera vida es que el Eros pierde presencia en nuestro entorno.
El eros se dirige al otro en sentido enfático, el amor no se alcanza bajo un régimen solitario, el amor requiere del reconocimiento de la existencia del otro, de un adentro y de un afuera. Es vaciamiento de uno mismo en el otro, así que, para poder rescatar al amor, hay que rescatar al otro, a la diferencia, a aprender a aceptar el dolor, porque sin otro no hay eros, el erotismo necesita del otro, de la diferenciación, experimentar a alguien completamente diferente, no en un reflejo de su propio ego. La vulnerabilidad de uno mismo puede convertirse en su fortaleza; el amor dirige el alma.

Aquí terminó otra reseña instantánea, agradezco a todos los brujillizos que me siguen leyendo a pesar de todo. Ahora llegaremos al siguiente nivel épico, pronto llegaremos a más de 50,000 leídas así que llenen las cajas de comentarios, compartan como locos que somos y recuerden, si no esta roto, no lo arregles. 

@SofiaLuCa18 

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