Y con esto termina el 2x1 de éste mes. Parece que por más
que me lo proponga, nunca logro publicar cada semana XD pero bueno, espero que
el mes que viene si se logre. Y para variar, estas dos semanas han sido
horribles, muchas lágrimas y nudos en el estómago. Este libro siempre lo voy a
recordar con cariño porque fue el último que leí con ese ser especial, podría
decirse que de manera directa, fue una indirecta del destino sobre lo que ya sabía
que se venía, pero pretendía que ese día llegaría en otro momento. Pero nunca
estamos preparados para eso, por más que te mentalices. Siendo esta la razón,
por la cual, el libro protagonista de hoy le hice un “HABLEMOS DE…” y no una
reseña normal. OK, basta de tristeza y mejor hagamos trabajar esa seratonina
que sé que tienen por ahí, sigamos con el análisis.
“Hablemos de…”
“El gato que venía del cielo” de Takashi Hiraide, es una
muestra del cómo los japoneses, incluso en la novela, su lenguaje no pierde su
carácter poético; con palabras directas expresan incluso los sentimientos más
complejos del ser humano, siempre en relación con la naturaleza. Este libro,
corto y fluido, tiene un bello lenguaje, con una sutil métrica y personajes
que, a pesar de no conocer, sus nombres, (a excepción de nuestro gato), nos
sentiremos involucrados. Para quienes no les suene de nada el autor, empezó
como redactor de una editorial, destacando siempre en la poesía, recopilación
de cartas inclasificables y de viajes de autores como Kafka, Celan y Walter
Benjamin, su obra más destacada es el libro de poemas “Kurumi no sen´i no
tameni” (Para el espíritu luchador de las nueces).
Ésta es su primera novela, con la cual ganó el premio
Kiyama Shohei en 2002, ha sido traducido al inglés, francés y español con, por lo que se aprecia, muy buena recepcioón; así que, al igual que Anna
Sólyom con “Neko Café” y “Las crónicas del gato viajero” de Hiro Arikawa, tenemos un escritor debut con
uno de los animales musa de los escritores por excelencia, el gato. Chibi es
enigmático, felino de bigote a cola, Hiraide entiende a la naturaleza más esencial
de Chibi, la exploración, despertando así en sus dueños “biológicos” y nuestros
protagonistas, su familia adoptiva, pensamientos filosóficos y detectivescos.
Con Chibi, no hace falta grandes momentos de acción, persecución o caídas
libres para vivir sus anécdotas, quiere que veas la belleza de la presencia de
la naturaleza, la vida cotidiana, reflexionando sobre dejar atrás esas cadenas
ancestrales culturales y viviendo, en cambio, con sensibilidad a la vida y
valores inmutables.
A diferencia de la novela de Arikawa, donde hay varios
momentos trepidantes, Hiraide apuesta más por el realismo, casi mágico, aunque
apegándose más a ese movimiento literario tan destacado de la literatura
japonesa, el costumbrismo. En éste movimiento, se busca desarrollar la historia
de manera lenta, se desenvuelve en el ánimo, en la vida real; con sus momentos
alegres y tranquilos que de botepronto pueden ser asaltados por tristezas,
decisiones difíciles y tragos amargos. A pesar de esto, no le impide que sus
situaciones y vidas del protagonista sean capaces de transportarse en cualquier
persona en cualquier parte del mundo; todos hemos amado un animal, tenido que
dejar un hogar, tener un trabajo que no nos gusta o convivir con vecinos
pesados, pero siempre habrá algo que nos consuele, el ronroneo de un gato y una
brisa de sol.
Su sinopsis, a grandes rasgos sería la siguiente:
“Una
casa y un jardín tocados con la gracia de una belleza de otro tiempo. Una
pareja que se refugia en su nueva vida lejos de la agitación de Tokio. Un gato
enigmático que entra de improviso en su cocina y decide adoptarles como dueños,
convirtiéndose en el centro de una intriga sutil.”
Descubriendo palabras a la japonesa
Para varios de ustedes, seguramente al escuchar poesía o
prosa, piensan en frases que riman y suenan bonitas entre sí, yo no soy poeta,
me considero pésima en ese tipo de arte; sin embargo, me parece que con el
costumbrismo japonés puedes encontrar estructura narrativa, una intención
específica más allá de adornar pensamientos intrusivos o una dedicatoria a un
amante que te abandonó hace más de 5 años. Para esto, debemos comprender que,
para la cultura japonesa, a diferencia de la anglosajona, lo gatos son una
representación de la calma, compañía e individualismo; claro, muchas prosas y
poesías cuenten también lecciones, no obstante, la diferencia entre esas obras
y ésta novela, es la intención.
Este relato es breve, con en lo que a mí respecta, una
obvia intención, que es la búsqueda de la naturaleza; la cual, desde pandemia,
se volvió una moda, sin comprender realmente lo que es. Las personas llegan a
los árboles, esperando que funcione y vivir igual que como se vive en la ciudad,
sin percatarse de lo perdidos que están. Primero, es gracias a Chibi, que
nuestro protagonista humano sea capaz de levantarse, darle oportunidad a
dejarse llevar por sus estados de ánimo y que aprecie lo realmente importante;
segundo, con la influencia de Chibi, el protagonista desarrolla más empatía,
una empatía que aprende a contagiar, siendo que los otros vecinos desarrollan
más reflexiones de libertad, verdadero respeto hacia los demás (no solo mera
cortesía cultural) y el de apreciar a los animales y los lugares como elementos
realmente especiales y no únicamente como objetos de relleno de nuestras vidas
mecánicas. Y tercero, como diría Neruda en su “Oda al gato”: “El hombre
quiere ser pescado y pájaro, pero el gato solo quiere ser gato.” Chibi solo quiere
ser él mismo, viviendo como sí mismo, al mismo tiempo que desea experimentar de
la compañía; los humanos a su alrededor aprenden de eso, todo a través de una
comunicación muda pero pura, con significados afines pero, que como amante de
los gatos, a la fecha, me son difíciles de explicar.
Aparentemente, los gatos
no tienen empatía, pero, trasladando su esencia a las palabras humanas, nos
damos cuenta que tienen más pureza de corazón que muchas personas, siendo
verdaderos maestros de vida. Con todo esto, comprendo que la literatura
japonesa no sea fácil de comprender para muchos lectores, al fin y al cabo,
tiene versos más objetivos, no necesariamente obedeciendo un esquema métrico y,
aún así, posee una rima firme. Por eso, a diferencia de Nana o los siete gatos Nagore, que son más
rotundos y presentes, Chibi es más etéreo, entrando a la vida de los personajes
como un relámpago, caído del cielo al jardín de la posada donde nuestro
matrimonio protagonista, los ancianos y toda persona que se cruce con él, se
percatarán de lo que realmente deben apreciar en sus vidas.
“Para los seres vivos, sin embargo, dar media vuelta en determinado punto del camino, deslizarse hacia un interior a través del intersticio de una puerta, ¿no es acaso un gesto espontáneo, un gesto de la misma naturaleza que el que hace brotar un arroyo?”
¿Cómo cae un gato del cielo?
Con aires autobiográficos, empezamos en Tokio, entre los
años ochenta y noventa, en la solitud de una pareja sin hijos, el hombre es
editor y la mujer cuida un acuario se muda a un conjunto de casas con forma de
rayo donde no se admiten mascotas. Sin embargo, en un callejón entre la casa de
los protagonistas y unos vecinos que son un matrimonio con un hijo, se cae un
gato del techo; éste especial gato pequeño, conmueve a la propietaria y permite
que se quede, moviéndose éste por la propiedad como si fuera una expresión de
esta o, como nuestro protagonista descubrirá, se vuelve la vitalidad del hogar.
El narrador y su mujer, son quienes nombran a Chibi, comenzando a relacionarse
con éste de forma imprevisible, aprendiendo a observarlo y poco a poco
ganándose su confianza, reflexionando a su vez sobre la libertad y respeto de
los animales, así como sus necesidades y su particularidad.
En los relatos íntimos de vivencias y decisiones, el paso
del tiempo, el espacio que habitamos, las costumbres del viejo Japón, el
protagonista debe descubrir la forma en la que él habita el mundo; su estilo
intimista, las descripciones son simples, así que si tienen una idea o conocen
a los haikus, la mayoría de sus versos y prosas son una oda a la
naturaleza, respetuosas, sencillas y deliciosas. Por ejemplo, al inicio tenemos
reflexiones del narrador sobre la fortuna de Maquiavelo, siendo un aviso sobre
lo que ocurrirá en la historia, pues la vida es un río impetuoso de eventos de
efecto dominó, donde todo tiene causa y efecto y todo aquello a lo que no
sabemos su origen, lo podemos asociar como fortuna; sin embargo, cada paso del
tiempo es una deliciosa fortuna que debe ser apreciada.
Chibi pasa de manera delicada, al igual que las descripciones
de la naturaleza que da el autor, pasando eléctrico y suave como el paso del
tiempo, describiendo y desarrollando las escenas de manera apacible y sencilla;
sin transformarse en una lectura densa, sino repleta de sencilla e inesperada
belleza. En cada capítulo, la convivencia de nuestros protagonistas con Chibi,
teniendo la idea principal de experimentar la compañía de una mascota,
comprendiendo en este caso, su valor principal, el amor a los animales; en este
caso, los gatos. Del mismo modo, los ancianos de la propiedad y la familia del
niño reflejan los rasgos de la sociedad japonesa, la cual ha pasado por diferentes
crisis; desde el nacionalismo, la estricta cordialidad hasta el respeto de los
lugares y los ancestros, sin embargo, con la llegada de Chibi, todos ellos
aprenden que el cariño hacia los objetos es más por el costo o la apariencia,
sino por la experiencia que vivimos gracias a ellos.
Secuencia y estructura a través de la naturaleza
“El gato que venía del cielo” es un relato contemplativo,
nos encontraremos con los detalles de la arquitectura japonesa, los vuelos de
las libélulas, el olmo del centro de la casa y la luz del callejón donde
aterrizará Chibi. La obra de Hiraide es la historia de una pareja que vuelven
parte de la familia de un gato, pero también es una mirada más profunda a todo
lo que conforma la vida cotidiana; no obstante, si el lector se queda
únicamente con que la novela es costumbrista, creo que se perderán de todos los
pensamientos profundos que Chibi les ofrece en sus páginas. Inclusive, me
atrevería a decir que Chibi es una metáfora de la soledad y cómo los humanos,
aunque nos puede gustar la soledad, no podemos vivir aislados, necesitamos
conexión; es simplemente maravillosa la forma en que el autor escribe.
Chibi es una crítica al exceso de individualismo que nos
acecha la era postmoderna, la cual, incluso ahora, con el internet y redes
sociales, nos afecta al momento de establecer relaciones reales; esto lo
podemos ver que, en un principio las dos familias que cuidan a Chibi se
consideraban rivales, eventualmente, Chibi se vuelve un actor de conciliación
cuando estas personas son incapaces de comunicarse al ser el centro de sus
intereses. Guiándolos para salir de sus vacíos y acompañándolos de su etérea soledad,
lo que les permite conocerse a sí mismos.
Seguidamente, al igual que la naturaleza, hay un antes y un
después, siendo que la historia sigue con nuestros humanos incluso después de
que Chibi muere, muchos se mudan, tienen otros trabajos o fallecen de vejez;
los gatos, para Hiraide, son una senda sagrada para las personas, nos ayudar en
ver la verdadera trascendencia de las vidas discretas y silenciosas,
profundizando en nuestros sentimientos y sueños más profundos y recónditos
cuando acogemos a la naturaleza como ellos lo hacen.
Obedeciendo el lenguaje
anecdótico del costumbrismo, las conjugaciones verbales están en pasado,
utilizando su espacio textual para explicar el mensaje desde el principio;
después, en el desenlace insiste otra vez en su mensaje, lo que la vuelve una
prosa, eso sí, todo con un lenguaje cercano, estético, pero sin sentirse
artificial, pues propone diferentes tipos de pensamiento con los diálogos
internos del protagonista con diversos fragmentos de teoría filosófica.
En cuanto a su narrativa, en sus breves 160 páginas,
dividido en diversos capítulos sin nombre, se centra en un fragmento específico
de la vida del matrimonio protagonista; nos da un contexto de su vida antes de
conocer a Chibi, luego sus vivencias con tan especial gato y su continuación
después de la muerte de éste y llegan a adoptar a otros gatitos, avanzando con
sus vidas pero como personas cambiadas, libres y amorosas. Quizás no sabremos
más allá de lo mostrado, como sus nombres, pero es suficiente, después de todo,
la trama transcurre día a día; no hay nada que “rellenar” de la historia; pues,
los acontecimientos son fortuitos, eventos de actos anteriores. En cuanto al
lugar de la historia, que sería el complejo de casas, aunque sea un escenario,
es un escenario vivo, cambia, se puede descuidar si nadie está quien lo repare,
gente entra y sale de las residencias y refleja entre sus muros y jardines las
formas de pensar de cada integrante.
“Como si una mano acariciara mi corazón”
En la cultura japonesa hay preciosa palabra, equivalente al
“papacho” en español, donde ningún otro idioma del mundo la tiene o
puede simplemente traducir y es Inazumadori; dicha palabra significa
atrapar cualquier cosa espontánea, como los momentos o los gestos de la
naturaleza. Si tuviera que resumir éste libro en una palabra, sería inazumadori.
Esa es la batería de este libro, una experiencia a la cual volver, como un
cuaderno escrito por este humano que busca un nuevo hogar. Lejos del ritmo
trepidante de la mayoría de los títulos más vendidos, la obra de Hiraide nos
permite seguir el día a día de la pareja y sus emociones en breves pasajes.
Pero más que ser clara, es una historia llena de poesía que conquista hasta a
los lectores más difíciles.
ᶘᵒᴥᵒᶅ
¿Qué les digo? Siempre que encuentre un libro sobre gatos y
cultura japonesa, voy a caer, lo siento, soy así de simple, ¿vale? Los libros
de gatos tienen un no sé qué que los libros de perros no tienen, creo que la de
los perros siempre apuestan al sentimentalismo mientras que los gatos se van
por la ruta de la filosofía. Ahora voy a necesitar un libro de caballos después,
o mejor me iré por una ficción histórica, sí, la próxima semana tendrán libro
de época del desierto, ¿con personajes femeninos? ¡Pero por su pollo!
Felicidades brujillizos, ya sobrevivimos al primer mes del
año, dense una palmadita en la espalda, coman palomitas y toquen el pasto. Los
quiero mucho gente desconocida de la Matrix.
Nos vemos en la próxima entrega.
Lo digo para firmar testimonio, @SofiaLuCa18.
Referencias bibliográficas
- Babelio. (2024, Enero 24). Críticas de El gato que venía del cielo (11) - Takashi Hiraide - Babelio. Es.babelio.com; Babelio. https://es.babelio.com/livres/Hiraide-El-gato-que-venia-del-cielo/8181/critiques
- Gómez, J. (2017, Agosto 5). El gato que venia del cielo, de Takashi Hiraide. Mis Críticas de Libros Leídos; Blogger. https://miscriticassobrelibrosleidos.blogspot.com/2017/08/el-gato-que-venia-del-cielo-de-takashi.html
- Redacción SinEmbargo. (2020, Abril 18). RESEÑA | El gato que venía del cielo: Chibi enseña grandes lecciones de vida a sus vecinos humanos. SinEmbargo MX. https://www.sinembargo.mx/18-04-2020/3768950
- Takashi Hiraide. (2014). The Guest Cat. New Directions Publishing.
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