Es casi chistoso
y conveniente que al momento de escribir esto, la primavera termina y el verano
comienza y al igual que las lluvias de los dos bellos huracanes de ojos de
Tlaloc, este libro me cayó de sorpresa en mi cumpleaños (de parte de mi hermana
mayor), lo venía guardando para leerlo una vez terminando The Night of the Solstice y en verdad no creía que podría hacerle un formato
extenso a la historia, más que un pequeño comentario en mi Twitter o Instagram,
pero después de leerlo, sí tenía muchas reflexiones que expresar, y por
supuesto, me abría el apetito a cada rato (y con estas lluvias mientras hago
simbiosis con la cama) pues más todavía.
Contexto de la obra y su autor
“Sweet bean
paste”, fue publicada en Japón en 2013, aunque mi edición es la del 2017 (que es cuando se tradujo al inglés por primera vez) y
desde los libros de Arianwyn,
no había una cobertura de libro que me hiciera feliz con solo tocarlo, a pesar
de que la edición que tengo del libro de Sukegawa entra en la categoría de
pasta blanda (yo soy más partidaria de la pasta gruesa), toda la cobertura del
libro es súper suave, como si estuviera hecha de algodón y me encanta. El olor
a nuevo puede desaparecer, pero esa textura será de por vida. Y en cuanto a Durian
Sukegawa, es un autor japonés del que nunca había oído hablar hasta que
Pinterest me recomendó la novela y la guardé en mi lista de deseos.
En la novela,
Sukegawa revela que en un principio quiso ser cantante y tener su propio grupo
musical. No obstante decidiría por formarse en filosofía oriental en la
Universidad de Waseda, previo a su labor como periodista en Berlín y Camboya a
comienzos de la década de los 90´s, para después escribir varios libros,
ensayos, programas de televisión y guiones de películas; hasta donde sé, está
viviendo en Tokio, vivito y coleando. En su nota de autor, al final de “Sweet
bean paste”, dice que lo que le motivo a escribir la novela fue, después de
varias coincidencias de la vida, conocer y entrevistarse con personas que
sufrieron discriminación por sus enfermedades cutáneas, principalmente la lepra
o la enfermedad de Hazen; a través de la protagonista anciana, Tokue, Sukegawa.
Nos cuenta uno
de los capítulos más vergonzosos del Japón del siglo pasado, donde, cuando una
persona se diagnosticaba con lepra, se les separaba de la comunidad en
sanatorios, perdía su nombre, en cambio se les daba un número y tenían
prohibido salir. Y esto se mantuvo hasta 1996, aunque en los años 50 ya existía
un tratamiento para la lepra en el país sin que la transmitieran, pero lo peor
de todo era que los pacientes eran obligados a esterilizarse, laboraban en su
lugar de reclusión, y si trataban de huir o atacaban al personal, se les
encarcelaba (justo en el interior del sanatorio). Casi igual que un campo de
concentración y no fue hasta 2001 que el tribunal determinó que aquellos tratos
eran “inconstitucionales” (por no decir inhumanos), y abrió la posibilidad de
que puedan pedir compensaciones del estado. Eso sí, Sukegawa nos demuestra a
pesar de eso, hay algo más difícil que curar las heridas del pasado y esos son
las estigmatizaciones de las personas hacia otras.
Sinopsis
“Sweet bean
paste”, que traducido al español de manera literal significaría “Dulce pasta de
frijol” y en japonés sería “餡子 (あんこ)”, que se dice anko,
el cual es el nombre del pastelillo protagonista mudo de la historia, es la
primera novela best-seller de Durian Sukegawa y su sinopsis dice así:
“Sentaro ha fracasado. Tiene antecedentes penales, bebe demasiado y su sueño de convertirse en escritor es solo un lejano recuerdo. Con solo la floración de los cerezos como recuerdo del paso del tiempo, pasa sus días en una pequeña pastelería vendiendo dorayaki, una especie de panqueque relleno de pasta de frijoles dulces.
Pero todo está a punto de cambiar.
Entra en su vida Tokue, una anciana con las manos desfiguradas y un pasado turbulento. Tokue prepara la mejor pasta de frijoles dulces que Sentaro haya probado jamás. Empieza a enseñarle su oficio, pero a medida que su amistad florece, las presiones sociales se vuelven ineludibles y el oscuro secreto de Tokue se revela, con consecuencias devastadoras.”
Podría ser formulaica, pero es especial
Historias que
hacen mucho énfasis en las conexiones humanas por encima de una historia emocionante,
drama excesivo o acción, hemos visto un montón en este portal, algunas lo hacen
mejor que otras, unas lo hacen a través de la fantasía, un romance o algún
trauma y, en muchas ocasiones, a través de la comida, (ya me explayaré en ese género
más adelante); y con “Sweet bean paste” no la consideraría la biblia de las novelas
sobre la vida cotidiana y las amistades inusuales, pero si una de las que más
genuinamente me ha conmovido, sin recurrir a manipulaciones obvias del género,
como el tropo del mentiroso descubierto, el pasado traumático que lo justifica
todo o el villano unidimensional que al final descubre que estaba haciendo las
cosas mal y el protagonista es un genio incomprendido por el mundo ortodoxo.
El fuerte
narrativo de esta historia recae en los paralelismos de Sentaro y Tokue, pues
el protagonista ha tomado malas decisiones en su vida y ahora, tras ver sus sueños
destruidos por un delito menor, debe pagar su deuda con la esposa de su difunto
amigo trabajando en la tienda de pasta de frijol dulce, sintiéndose aprisionado
por esta situación se encuentra con Tokue, que tiene mucha experiencia en lo que
es vivir en una prisión, aunque no en una como en la que Sentaro estuvo; su vínculo
no se basa a través del trauma, sino el tratar de buscar el motivo por el cual
existen, dado que mientras Sentaro cree que ahora su vida terminó a pesar de
tener toda la edad por delante, por otro lado Tokue, aun puede ver más allá de
su pronta mortalidad, inconscientemente ella sanando en Sentaro esa herida de
sentirse aislado por los prejuicios de las personas por sus errores y Tokue de
poder seguir con su sueño cuando una persona sobrepuso su empatía por encima de
las reglas.
Pues de no ser
por la acción tan pequeña de Sentaro de permitir que Tokue trabajara en la
tienda, nada de esto habría sucedido; eso es lo que me gusta de este tipo de
historias, que las acciones pequeñas son las que hacen y otorgan mucho más que
los giros complicados y confieso que siento debilidad por las historias donde
una persona mayor se amiga con un adulto joven, como en la bella película de “Cosas
imposibles” (2021). Además, se le suma a la narración Wakana, que entra como
otro pilar de perspectiva de la soledad juvenil y el encierro emocional, donde
ella encuentra el modo de vencer sus problemas personales al conectar con el
dúo y hallar también su propósito de vida más allá de las expectativas que la
sociedad le pide de ser una buena estudiante, novia, graduarse y ser ama de
casa.
Sonaré como una
señora amarga pero los que llevan mucho tiempo en el blog saben mi opinión
sobre estos tiempos tan acelerados y que ahora con las redes sociales y las
crisis económicas, es súper difícil disfrutar de un hobby sin tener que
monetizarlo con tal de pagar nuestra renta, medicamentos y necesidades básicas
y lo que antes podíamos disfrutar, se vuelve en una carga, y para mí, que esta
novela tome una actividad como la cocina y apreciar la naturaleza, que también
han sido víctimas de estos cambios, es súper relevante; pues esta el valorar
una receta especial y un rayo de sol son un potente recordatorio para relajarse
y gozar de la vida, incluso en medio de sus retos.
Pilares generacionales como personajes
Una de las preguntas
más frecuentes y quejas que salían con respecto al libro era si era de romance,
(como si eso fuera lo único que importara…), cuando en realidad hay más cosas
que pueden cautivarnos, como el anhelo de ser libres de nuestras rutinas, enfrentar
lo que nos sucede y tratar de ver la belleza en las circunstancias más
adversas.
- Tokue, la que sabe cuál es la verdadera fortaleza: sin duda alguna, ella es mi personaje favorita, al igual que los muchos que leyeron la historia, es enigmático y cuya presencia se mantiene incluso tras la conclusión de la trama, ella posee la enfermedad de Hansen, lo que le dejó las manos desfiguradas y, al igual que muchas otras mujeres japonesas que fueron contagiadas, fue esterilizada contra su voluntad, aunque Tokue ha estado curada por varios años, su aspecto todavía evidencia indicios de la enfermedad, lo que muchas personas, tan siquiera antes de preguntarle sobre cómo funciona su condición o querer saber sobre su vida, desafortunadamente, la discriminan de manera continua, y el gobierno constantemente le pone trabas, lo que provoca que gradualmente la sociedad la aísle a ella y a otras personas como ella, no solo de manera física en el sanatorio, sino también a nivel emocional; Tokue me afectó profundamente, es un personaje admirable, por su serenidad y el modo en que afronta y suelta todas las atrocidades de su existencia, demostrando que no es fácil pero tampoco imposible, en cambio, elige apreciar todos los pequeños instantes de bondad y hermosura que el mundo le brinda. Es irónico cómo en una sociedad donde se inculca a los jóvenes el respeto a los mayores con tanta fuerza como en la japonesa, también cuando llega el momento de cuidarlos o estar a su lado, la gente prefiere dejarlos a la deriva, pues como ya no son “útiles” para contribuir a la sociedad, no se consideran importantes ni valiosos, quizás en las culturas latinas, donde se puede notar más el cariño y el deseo de permanecer con nuestras abuelas, es que vemos situaciones como la de Tokue tan lejanas y dramáticas, pero su personaje nos demuestra que todo eso es una realidad y las personas ofrecen algo mucho más valioso que el valor capital y es el valor del conocimiento y de las experiencias .
- Sentaro, el que se da cuenta de que puede crear cosas bellas: es un hombre de edad media, que solo hace las pastas y el frijol dulce porque es su trabajo y no ha podido conseguir algo mejor, entra en todo el perfil de una persona con depresión, donde ya no encuentra emoción o motivo por nada, lo que antes lo alentaba, ahora difícilmente puede encontrar la fuerza para cambiar (y como una persona que sufre de depresión y ansiedad, conecto por completo por todo el proceso por el que pasa Sentaro, aunque nuestros contextos sean diferentes); de cualquier modo, me atrevo a decir que él es salvado por Tokue, cuando ella insiste e insiste en que quiere trabajar en la tienda, aunque al principio él se resiste por miedo a las consecuencias de que su jefa lo reprenda por aceptarla, al final, cuando prueba sus pastes, recuperó un sabor que el tomaba por perdido. Aunque al inicio la acepta por conveniencia, pues si sus pastes son tan buenos, más gente vendrá a la tienda y así pagar más pronto su deuda, pero con el pasar de los días, genuinamente empieza a amistarse con ella, siendo que las lecciones que rescata de las conversaciones de Tokue lo que le motivan a ser mejor persona y volver a recuperar su camino, a volver a ser feliz, pues con tal de que solo una persona creyera en él, Tokue, es lo que le hace recuperar el valor para volver a escribir y tratar de ver las cosas especiales de la vida, más aún cuando ocurre la muerte de Tokue y conoce que ella también tenía un doloroso pasado y que llego a amarlo como el hijo que nunca pudo tener. Aunque al final de la novela no se deja claro qué hizo de su vida después de irse de la tienda, en la película en cambio te ponen que el pone su propio puestito de pastes, al mismo tiempo que intenta de cumplir su sueño de ser escritor, teniendo su puesto como un legado hacia Tokue y seguir repartiendo alegría a la gente que el compre sus panquecitos de frijol dulce. Lo cual a mí se me hace de lo más hermoso.
- Wakana, la que explora la sanación generacional: con ella tenemos el último eslabón del trauma generacional, las personas más jóvenes que pueden ver y sentir toda la carga y consecuencias de las acciones de los adultos pero que a veces pueden intervenir y cambiarlo y en otras ocasiones, donde no tiene las herramientas emocionales para entenderse o entender el mundo, es que pueden estancarse o ir de un lado a otro con tal de tener un oremus por donde ir; es innegable que todos necesitamos alguien a quien admirar, Sentaro admiraba a Tokue y Tokue encontró admiración en su esposo, Wakana, de no ser por no conocer a Sentaro, no tendría nadie a quien admirar o le diera consejos empáticos para encontrar su motivo de vida, pues su familia disfuncional no se interesaba en entenderla, como cuando rescató a un loro de la carretera y su madre sin ton ni son le dijo que tenía que “deshacerse” de ese loro, porque solo era una carga, escapando así de casa con el loro, yendo al único lugar seguro que conocía, la tienda de Sentaro con la compañía de Tokue. Porque aunque ella no estuviera atrapada por la ley como él o cargaba una etiqueta como la anciana, Wakana sufría de aislamiento también y solamente ellos podrían entenderla de verdad; al final, no se confirma que fue de su vida, pero el libro deja claro que ella decidió seguir, al igual que Sentaro, la filosofía de Tokue, sobre aprender a escuchar el entorno, a no tener prisa y apreciar lo que realmente importa.
La comida siempre saber mejor cuando se comparte
La novela está
narrada en tercera persona, distribuida en 216 páginas, dividida en un total de
29 capítulos, más una Nota de autor de Sukegawa, (que a ver, tiene en la
primera página reseñas cortas de diferentes columnas y en la última hoja un
catálogo de diferentes libros que la editorial ONEWORLD recomienda de su abanico
de opciones; en cuanto a sus espacios ficcionales, con los cerrados tenemos el interior
de la tienda, Doroharu, donde estamos casi la mitad del tiempo en la primera
parte dela historia, el interior de la casa de Sentaro, el interior del
departamento de Wakana y claro, el interior de las diferentes salas y
habitaciones del Sanatorio donde Yokue vivió por años, junto a todas las demás
mujeres y su club de Confeccionar. En los exteriores, se nos presentan las
calles de la ciudad, el parque de árboles de cerezo que tanto disfrutaba Tokue,
los jardines del Sanatorio, el cementerio donde se encuentra el esposo de Tokue
y los cerros de la ciudad donde Tokue libera a Marvey, el loro de Wakana.
El lenguaje
narrativo de Durian Sukegawa es lento, aquí las cosas como son, esto puede
verse como un simple estilo o que Sukegawa haya elegido un ritmo lento e
introspectivo para que fuera más fiel al ambiente de cocinar un platillo que,
en tradicionalmente toma muchísimo tiempo para que sea delicioso, en lugar de
hacerlo de molde porque sale más fácil, no le da vuelta a la rueda de la
literatura pero ejecuta perfectamente sus temas centrados en las ideas de comer
para vivir y vivir para comer, desde las más delicadas hasta las más evidentes
metáforas de la discriminación, amistad y supervivencia, hasta el final, es una
novela que me dejó complacida con lo degustado.
Y eso es a lo
que quería llegar con éste punto, ¿qué hace esa historia diferente a otras que
usan la comida como vehículo narrativo? La supervivencia a través de la cocina.
Creo que es lo que hace diferente a esta novela y su película de otras historias
similares donde la comida tiene un factor esencial en la historia; pues
mientras otros ponen la comida como una filosofía de vida que en mi opinión no
suelen gustarme, pues siento que es una forma falsa de querer promocionarte una
idea aspiracional a través con ciertos platillos, que siempre suelen ser caros,
distinguidos o especiales, como el vino, la pasta, los chocolates o los
gelattos. Pero con “Sweet bean paste” es con un alimento más cercano, no es elegante
o de alta cocina, es un platillo que se suele comer en la calle, como los
tacos, la buena paella o los kebabs; pues comer este tipo de alimentos en
realidad, son el resultado de algo mucho más antiguo e íntimo en nuestra
naturaleza humana, el acto de convivir, un símbolo de familia y comunidad.
Por algo nos gustan las cosas dulces
El tener
enfrente a la señora que te prepare tu elote o tu tortilla, le vaya poniendo los
ingredientes, al mismo tiempo que platican un lado al otro de la estufa caliente
crea un sentido de conexión, de pertenencia y como los seres sociales que
somos, necesitamos de eso para sobrevivir, no solo necesitamos comer para no
morir de hambre, por algo cuando uno come en completa soledad, el acto de comer
se siente vacío, mientras que si uno come con una persona que quieres o con una
mascota o planta que amas, hasta el cereal del supermercado sabe mejor. En
conclusión, “Sweet Bean Paste” se enfoca en la aceptación: aceptar la historia,
aceptar a los individuos, reconocer que cada existencia humana posee un
propósito y que las oportunidades son inagotables si otros están dispuestos a
escuchar y aprender. Es cariñoso, genuina y muy rica de sabor.
ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ♡ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ☕︎
Y sí, bueno,
¿quién tiene hambre?
@SofiaLuCa18 se
irá a comer pan árabe.
Referencias bibliográficas
- Bibliobulímica. (2020, Enero 20). LIBRO: Sweet Bean Paste. Bibliobulimica’s Blog; WordPress. https://bibliobulimica.wordpress.com/2020/01/01/libro-sweet-bean-paste/
- Durian Sukegawa. (2017). Sweet Bean Paste (1st ed., pp. 1–216). Simon and Schuster. (Trabajo originalmente publicado en 2013).
- Kilford, S. (2022, June 1). Book Review: Sweet Bean Paste by Durian Sukegawa. Samantha Kilford; 17th Avenue. https://www.samanthakilford.com/2022/06/book-review-sweet-bean-paste-by-durian-sukegawa.html
- Miljeteig, R. (2024, Noviembre). Why You Should Read “Sweet Bean Paste” Even if You Hate Bean-Based Sweets. Medium; Hooked on Books. https://medium.com/hooked-on-books/why-you-should-read-sweet-bean-paste-even-if-you-hate-bean-based-sweets-c3ed3e0c94dc
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