Este texto se
me vino a la cabeza a mediados de año, especialmente cuando tenía que, bueno,
no tenía que, quise leer “La piel del tambor” de Arturo Pérez-Reverte, pero como
comenté en mi publicación anterior de “La heroína de las 1,001 caras”, por más
que lo intentaba me quedaba dormida leyéndolo y no porque fuera malo, simplemente
no me estaba llegando y ahora, el último libro que terminé este año fue “Los
cuadernos secretos de Agatha Christie” que así como suena el título, el libro
estaba interesante y lo terminé ansiando llegar a los dos relatos inéditos de
la autora, pero solo por momentos, porque cuando el autor traducía los
cuadernos de Christie, su forma de explicarlos y dar los spoilers de casi todas
las novelas de Agatha debería ser un logro olímpico que lo hiciera de manera
tan poco interesante, a pesar de que se le nota el entusiasmo al autor,
entonces, ¿qué pasó? ¿Es un problema mío o de esos libros? Me queda claro que
no me costaban trabajo por ser malos libros, porque en este año he leído un
libro pésimo, que fue “El último libro” de Karen Dukess y aún así llegué hasta
el final. Así que me dí cuenta de algo, fue por orgullo, terminé el libro de
Dukess por el orgullo de decir “me chuté éste pésimo libro de principio a fin,
es un mérito”, mientras que con el de Reverte no lo seguí leyendo por el
orgullo de terminar un libro malo, lo dejé porque mentalmente no estaba encantada
para hacerlo y con el de Agatha quise tomarme mi tiempo pero aun así sentía la
presión de terminarlo, ¿y por qué la presión? ¿Acaso tenía una pistola en la
nuca cada vez que giraba la página? No de manera literal, pero quizás si una
bomba de tiempo metafórica y quiero explayarme explicándola.
¿Hay un culto de la finalización en la comunidad?
Como dije
antes, hay cierto orgullo en terminar un buen libro, uno de gran cantidad de
páginas, de difícil comprensión o incluso, en leer malos libros; hay una frase
muy buena del gran escritor e ilustrador de cómics Alan Moore que dice: “Es
igual de importante leer libros malos como libros buenos”, pues se puede
aprender más de cómo no debe hacerse algo a cómo hacerlo bien, pero ¿realmente
es tan importante someternos a eso? ¿Para qué generarnos esa frustración de
leer algo sin importar que nos guste o no? Sin duda alguna, al leer un libro
completo, tenemos más elementos y criterios para evaluarlo o reflexionarlo que
dejándolo a la mitad; aunque me atrevo a decir que existen muchas excepciones,
en mi caso sería la saga de Crepúsculo, pues yo no pude pasar de los primeros
capítulos del primer libro, (que solo me enteraba de todo en contra de mi
voluntad porque mi prima y secuaz de lectura era una fanática acérrima), luego los
pésimos “re-tellings” de “El fantasma de la ópera” o de la “Bella durmiente”,
la n cantidad de libros de autoayuda que son más estafa que otra cosa y claro,
las infames obras de la zionista J. Mass.
Así que, en ese
sentido podría no sentir culpa al respecto de no terminar un libro que es malo
en términos generales, sin embargo, cuando se trata de un libro en el que me
bloqueaba o que leer a un ritmo más lento sentía yo cierta decepción hacia mi
persona por no ser lo suficientemente rápida, pues si no leía mínimo 300
páginas en 3 horas entonces no podía considerarme una buena lectora. ¿Y
quién lo decidió? Como diría Escanor. La respuesta corta de muchos es el de
culpar a la plataforma de GoodReads y yo no lo considero del todo su culpa, en
cambio, yo más bien señalaría a la propia comunidad lectora, especialmente la
de internet, porque, lo quiera uno o no, cuando personalizas tus intereses en
redes como Pinterest, Instragram, YouTube o TikTok, invariablemente te
encuentras con los típicos videos de “Mi top 100 de libros que leí en el año” o
“Un tour por mi enorme y carísimo librero para que mueras de envidia”, el
clásico “Estos son los más de 50 libros que leí en el mes y te los resumo en 5
segundos” o los que siempre salen en estas épocas de “Lista de libros rápidos
para completar tu objetivo de lectura” y por más que lo intentes, te dejan la
semilla de la competencia y a muchos lectores les puede generar irritación cuando
no logran que su porcentaje de lectura progrese rápido. Séase mi caso con “La
piel del tambor”.
Y uno de los
contraargumentos que me digo para calmarme es, “No debes de compararte con
nadie y más con esas personas que seguro su trabajo es de leer un libro al día”
y cuesta trabajo asimilarlo. Como saben, la lectura y este blog no es mi
trabajo, aunque está la posibilidad de donaciones, no gano un sueldo estable
con esto, no tengo deadlines o alguien me deja de pagar si dejo de
hacerlo, a nadie le importa este portal más que a mí; por lo que todas mis metas
me las estoy poniendo yo, ¿o no del todo? Hay muchas personas lectoras que han
notado esto mismo que siento yo, esa sensación llamada FOMO (Fear Of Missing
Out, en sus siglas en inglés, que se traduce a Miedo a Perderte lo que pasa),
que se termina asociando a que a mayor cantidad de libros leídos, se intrínseca
con que eres un lector de “mayor calidad” cuando si lo pensamos bien, es un criterio
sesgado.
Desde tomar en
cuenta que, en mi caso de Latinoamericana, donde la mayoría de la población no
pasa de leer un libro al año y una mirruña de minoría pasa de los 5 a los 10
libros, que uno pueda leer más de 20 como yo es meritorio pero aún así entra en
lo real o lo que un promedio de 2 libros al mes podría realísticamente alcanzar;
por lo tanto, puedes terminar pocos libros a comparación de esos lectores que
se terminan entre 50 y 130 libros al año pero, ¿les has preguntado qué tanto recuerdan
de esos libros? ¿Qué tanto absorbieron? ¿Lees para ser “la mejor” o que te reconozcan
como un ideal a alcanzar de ser un lector salvaje? ¿O en realidad lo que
provocas es esa fantasía de superioridad en la que los demás mortales no pueden
pero tu deidad lectora sí? Porque algo que es real, y no soy la única que lo ha
notado, es que, al hacer esa sutil y subliminal competencia, provoca que en una
comunidad que debería ser pareja a nivel de poder, se genere en ella una
rivalidad y competencia por terminar más y antes que otros y no por comprender
y disfrutar lo que haces. Yo me digo, “Lees para aprender y disfrutar, no
para ganar”. Y fue por eso por lo que al final terminé con calma “Los
cuadernos secretos de Agatha Christie”.
Ahora… El otro
motivo y seguro el villano detrás de todo esto, es nuevamente el capitalismo desmedido,
dado que casi en su totalidad de la comunidad de libros gira en torno a la
compra y recopilación de libros, pero a diferencia mía y de otros lectores (ya sean
activos en internet o no), que lo hacen porque genuinamente les gustan los
libros y quizás en el futuro quieren escribir más y mejor, todo ese contenido
de la mayoría de las booktokers se centra en la apariencia y cada vez
más miembros de la comunidad se han dado cuenta, especialmente con los
relanzamientos de ediciones especiales, donde las editoriales relanzan clásicos
literarios donde modifican, reducen o censuran esas novelas pero los diseñan para
que se vean bonitos y decorativos para tu selfie o tu fondo de escritorio bien
organizado; de nuevo, priorizando la estética y la cantidad de libros como una
imagen de status y superioridad al tener una bellísima estantería arreglada con
lucecitas, enredaderas falsas y colores “aesthetic”. Tampoco hay espacio
para la discusión o el debate, porque incomoda, solo se trata de disfrutar la
apariencia y el ego de tener más que los demás y cosas más bonitas que los
demás.
Decidir si quieres leer rápido o comprender rápido
Dentro de las
fuentes que investigué, para revisar si eran impresiones mías o si en verdad
había algo más pasando, me encontré el testimonio de una chica que estaba
pasando por el mismo dilema que yo y que al final dejó una buena frase final, “debes
decidir si quieres leer rápido o comprender rápido” y se me hizo un
pensamiento poderoso. Pues en esta misma competencia consumista y estética, se
ha priorizado o se le da reconocimiento a alguien que lee mucho en un año por
encima de comprender lo que están leyendo; en consecuencia, lleva a que las
personas le presten menos atención al contenido de la lectura con tal de
simplemente terminar el libro en cuestión o no perderse la nueva sensación de BookTok
para cumplir casillas de tropos y escenas clichés, inclusive ahora en el tope
de búsquedas encontrarás consejos para la lectura diagonal, influencers
lectoras que se quejan porque los párrafos son muy extensos o que prefieren
únicamente leer diálogos porque la atención no les da para más.
Esto claramente
genera que las personas que no son fanáticas de la lectura, les cueste trabajo
integrarse y los que genuinamente les interesa leer, sientan que la comunidad se
torna nociva o “tóxica”; especialmente cuando en los comentarios o respuestas
la gente se explica y estas influencers se ponen a la defensiva de que “cada
quien es libre de leer lo que quieran con tal de leer” y es una idea que podría
ser cierta si no estuvieran ocurriendo todos los problemas que hay detrás que
provocan que la gente no lea libros desafiantes o valiosos, sino cortos,
simples y que promuevan la impaciencia y mediocridad. Trastornando el acto de
terminar el libro como un desafío en lugar de disfrutar e imaginar. Y déjame
una vez decirte que todos esos tutoriales de “cómo acabar un libro con la
lectura rápida” en verdad no soluciona tu problema en su totalidad, pues cada
uno debe evaluar los factores de su personalidad, estilo de vida y cuestionarse
continuamente si continuar o dejar un libro y si quieres acabarlo rápido por
orgullo de hacerlo o si quieres leerlo y comprenderlo a la vez sin ser
impaciente.
En estos
últimos días, he leído varios artículos sobre la nueva tendencia de volver a lo
análogo y recuperar espacios libres de algoritmos, sobre todo para afrontar el
fenómeno del llamado “doomscrolling” o “brain rot”, que en resumidas cuentas,
el primero es cuando uno se la pasa en el teléfono viendo y haciendo
intelectualmente nada, lo que lleva que el cerebro, de un modo u otro, se
llegue a lo segundo, que es que el cerebro se pudra o atrofie; y una de las
cosas que más recomiendan es, entre otras actividades básicas, leer. Pero
¿según el algoritmo de BookTok y GoodReads, la gente lee mucho, no? ¿Por qué recomiendan
leer más? Porque el detalle sigue siendo el mismo, se lee, pero no se comprende;
se lee, pero libros que no son lingüísticamente variados, se lee, pero para
estimular de la misma manera que las redes sociales, no para aprender cosas
nuevas o racionar. Y de que se puede leer y disfrutar al mismo tiempo, se
puede, y como la ciencia lo confirma, el arte de la paciencia de leer libros
que te motiven a seguir adelante y no a quedarte en lo mismo, literalmente te
transforma el cerebro, lo hace más resistente, hábil y claro, inteligente y concentrado.
Ya vimos que a
pesar de que aparentemente hay mayor cantidad de libros leídos hay una escasez de
comprensión y que esto se debe al contenido o la falta de este; pues las redes ahora
se han vuelto cortas, aisladas y basadas en información instantánea, aclarando rápido
si un libro es bien valorado, sobrevalorado o infravalorado, compra esto o no
compres esto. Y si alguien comete la osadía de comentar en una publicación de Instagram
o GoodReads una reseña o análisis más extenso de 2 reglones, casi siempre te
vas a encontrar la respuesta en forma de queja: “Mucho texto”. Lo que genera
que todos los que estamos involucrados en este mundillo de los libros, nos
sintamos agotados y pasemos por cierta resaca literaria y que a muchos por esto
mismo les cueste trabajo remontar; es como si te la pasaras comiendo sin parar
y todos los días la misma comida chatarra y obviamente llega un momento en que
te sobrecargas el estómago y vomitas o te duele la tripa todo el rato, en lugar
de darte comidas espaciadas, con ingredientes variados y más sanos y que de vez
en cuando te dejas consentir con alguna comida deliciosa o azucarada pero que sea
igual o más nutritiva que la chatarra. Y aquí la ciencia vuelve a respaldarme
al demostrar que el cerebro humano requiere algo más profundo que los golpes
rápidos de información desconectada, un buen cerebro sigue una línea de
pensamiento, una conectividad neuronal reorganizada para realmente comprender y
considerar algo, incluso distinguir un buen libro de uno malo, o un buen libro
pero leído en el momento equivocado y reconocer cuándo soltarlo o dejarlo por
la paz.
El algoritmo: ¿el culpable de todos los males?
Es difícil no criticar
a BookTok de todo esto, especialmente cuando eres una persona de mi generación
que le tocó vivir una adolescencia libre de redes sociales a pasar por la adultez
con ellas y si hay un cambio notorio de ver la lectura como una experiencia
especial, el buscar autores desconocidos, mundos creativos y platicar profundamente
sobre ellos a notar la hipercomercialización y las fórmulas claras de tropos,
mismo libro con ligeras variaciones y arcos predecibles diseñados para un consumo
rápido y claro, a mayor consumo de libros, más dinero y ventas mantenidas para
las editoriales monopólicas. Una lógica estúpidamente fácil pero que ya vimos que
funciona, y que al final nos afecta como lectores, pues nos cuesta más trabajo
encontrar ideas frescas y creativas, cuando se ahogan en el ruido de un
algoritmo que prioriza la cantidad por encima de la calidad y como ya vimos
antes, eso lleva a que la inteligencia y el juicio individual baje, haciendo un
círculo vicioso de leer más para ser considerado mejor, pero debe ser rápido
para no quedarme atrás y tener más, por lo que busco el camino fácil, lo que
lleva a mayor estrés, por lo tanto busca lecturas placenteras y menos
complejas, y eso lleva a pensar menos. Y vuelve a empezar.
Era importante
que mencionara esto, ya que se relaciona con lo que estoy diciendo pero tampoco
me extenderé mucho ya que es un tema que he hablado con anterioridad,
específicamente sobre la aparente decadencia de la literatura juvenil, exactamente
la de género fantástico o fantasía, pero al fin y al cabo, todo en este
fenómeno está conectado, pues son acciones con consecuencias, dejar de lado la
complejidad y lo singular para elegir los clichés y lo obvio porque es más rápido
y fácil de conseguir, hace que se garantiza leer y acabar más libros, a pesar
de no haber variedad narrativa.
Dando como resultado a que los libros se traten
como algo desechable si no funciona como algo estéticamente placentero para volverlo
decorativo, (por algo también muchas comunidades lectoras se enojan si les
mencionas política, a pesar de que todo lo que hacemos es político, incluso el
silencio); pues una sociedad que prioriza la cantidad sobre calidad siempre
también pondrá por encima la estética en lugar de la sustancia. Lo que conlleva
a muchos otros problemas, como el difícil acceso a los libros a nivel
económico, reforzar en las tramas estándares de belleza, racismo, relaciones
tóxicas, etc. Por lo tanto, el hiperconsumismo lector hace que se pierda un
espacio esencial para el crecimiento intelectual y emocional, por algo los
libros que desafían al gobierno o priorizan la imaginación suelen ser los
primeros en ser atacados o sepultados. Así que, una buena cultura lectora,
fomenta discusiones poderosas y conexiones, y el promover y presionar para leer
más o hacer sentir mal a otros por dejar de leer o no terminar un libro, es un
consumo superficial, pasivo y si me pongo sentimental, casi una deshonra a la
auténtica cultura de la lectura.
En resumidas cuentas… ¿Cuándo dejar un libro?
Aunque sea
difícil hacer las cosas sin ser influenciado por otros, es aquí cuando cada
quien debe tomar su propia decisión, pero esa es la clave, que sea propia, no
porque la presión del culto de la terminación de lo diga o el orgullo, la
decisión debe ser liberadora, pues si un libro de esclaviza, la experiencia no
es satisfactoria y la magia se muere. Yo sé mejor que nadie que dan ganas de
tener todos los libros que queremos y tener todo el dinero del mundo para
comprarlos y leerlos antes de que se acabe el mundo, pero… ¿Vale la pena enfrascarse
con un libro que no quieres e imposibilitarte de leer el que sí quieres? No. Pues,
si lo haces, está el riesgo de que después de que acabes, todo parezca una
pérdida de tiempo, por lo que a mi respecta, se deben seguir leyendo libros que
estés disfrutando y obviamente, aprendiendo de éste, pero si por algo no
encuentras ese algo en ese libro, déjalo y encuentra algo más para leer.
Por consiguiente,
¿si no terminaste un libro antes, automáticamente significa que ya no lo puedes
leer o ya no vale la pena leerlo de nuevo? Para nada, tienes la libertad de
retomarlo cuando quieras y volver a intentarlo y si por algo sigues con esa
sensación de incomodidad, simplemente no es para ti y no pasa nada malo, el
mundo no se acabará si es así, si acaso, lo peor que pueda pasar es que al final
logres leerlo y superes el obstáculo o lo hayas disfrutado; como dijo María
Tatar una vez: “Para leer necesitas sustancia y hechicería, contenido y
magia en la página. Cuando eso está ausente, debes actuar en
consecuencia, ya sean 50 o 100 páginas. El reloj del lector es lo que importa.”
Y ¿si los
libros con sustancia te cuestan trabajo y solo quieres leer libros chatarra?
Hazlo, (pero entonces también debes aceptar el riesgo de subestimar tu cerebro y
que todos los demás tendremos el derecho a escucharte y juzgarte). Pero vuelvo
a lo mismo, no debes de sentir culpa o sentirte inferior por dejar un libro o
no terminarlo en su momento y si en donde estás, te hacen sentir alienado por
no cumplir tu meta de lectura del año, por suerte hay muchos espacios y
entornos de lectura donde los lectores pueden centrarse y encontrar libros o
dejarlos sin dolor con sus múltiples formas de leer. No a todos nos funciona la
regla de las 40 o 100 páginas diarias y no a todos nos gustan los mismos
géneros; cada uno acaba los libros que más se adapten a su personalidad y mejor
leer aquellos libros que una persona que te quiera o te conozca te recomienda un
libro en lugar de una máquina. Elige leer lo que te haga mejor persona y te
ayude a alcanzar tus objetivos.
¿A quién le
importa? A mí. Nos vemos para la carta navideña y no se dejen influenciar por la superficial tendencia de Adviento, primeor investiguen que es el Adviento y ya luego hagan lo que quieran, pero piensen.
@SofiaLuCa18
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