El autor italiano Raffaele
Simone nos brinda el placer con una de sus obras más aclamadas y, curiosamente,
difíciles de conseguir. Él nos explica, a lo largo de sus 164pág. (Las cuales
están divididas en 6 partes, que desglosaré un poco más adelante), nos trata de
contar por medio de ejemplos, anécdotas y circunstancias históricas la historia
del lenguaje ¡el más grande invento del humano! Nos redacta y explica cómo se
fueron dando los fenómenos desde la época de las cavernas hasta la actualidad.
Nuestras ideas, conocimientos,
sentimientos… Todo eso es información que sin la escritura y el lenguaje no se
podrían dar forma. El autor se refiere al término “saber” con a todas las formas de conocimiento. Y yo
no podría estar más de acuerdo porque, tristemente, la sociedad nos ha hecho
creer y pensar que si eres buenísimo en matemáticas eres inteligente; ahora en
la actualidad sería en el caso de las computadoras (las cuales usan muchos
códigos numéricos). Pero ¿quién en la actualidad puede descifrar y acceder a
los jeroglíficos antiguos con fácil acceso? Nadie, sólo los antropólogos que
entregaron su alma a estudiar desde una pierda antigua, a esqueletos hasta
grandes arquitecturas para que ése conocimiento llegara a nosotros. Y lo mismo
podríamos decir de esas personas que entregan sus almas al entendimiento,
manejo y reparación de las máquinas, actualmente ellos son como los magos en
épocas antiguas para nosotros.
Pero, volviendo un poco a lo
que trata el libro… Conforme avanzamos la lectura, nos sorprendemos al saber,
pues para muchos es algo tan normal que no lo analiza, el hecho de que no fue
el internet el primer gran cambio de la historia del humanidad, aunque si una
de las más radicales. Sino por el hecho de sintetizar conocimientos y
transmitirlos de manera casi inmortal, como lo es la escritura. Pero como suele
suceder en la mayoría de las veces, la gente no siempre está dispuesta a los
cambios. Inclusive hay personas que rechazan estos cambios con terquedad, sea
por religión, costumbres, ideologías… El humano es muy complejo para poderlo
complacer totalmente. El autor nos da un ejemplo de lo anterior, mencionando a
los griegos; específicamente a Platón y su obra el Fedro, el cual está
compuesto por reflexiones muy delimitadas a lo que son las ventajas y desventajas
de la escritura, y su repercusión en el futuro humano (en el uso de la memoria
más que nada).
Pero, obviamente, antes de que
surgiera la Tercera Fase, sucedió lo que el autor llamó La Segunda Fase o
“revolución inadvertida”, a lo cual él argumenta que el pilar de todo esto fue
nada más y nada menos que el libro; el cual nuestro autor describe como: “un
bien de bajo precio y casi popular, que permitía a un público vasto el
acercamiento a textos que, hasta aquel entonces, sólo se podía contar oralmente.
Dando la importancia revolucionaria, el libro a sido…” Y sigue siendo, “una
especie de símbolo de conocimiento y de la cultura”. (Todo viene un poco más
claro en los capítulos 4 y 5).
Inciso ante esto. Siempre me
cuestionaba el hecho de por qué la gente en mi país no era tan fanática de la
lectura o del lenguaje en sí (ortografía, gramática y semántica). Y éste libro
me dio la respuesta. Por siglos y siglos, se relacionó al libro con
conocimientos, teorías, ciencias, enseñanzas y estudio, pero jamás como un
disfrute o una forma de ejercitar la mente, o tan siquiera como una forma sana
de pasar el rato. Y, actualmente, se sigue haciendo ahínco en los libros como
sinónimo de conocimiento, y en gran parte es verdad pero no sólo para el uso
académico. ¡Dios! ¿La cantidad de libros que nos fuerzan a leer a lo largo de
nuestra vida académica debería motivarnos a leer? Tristemente, muchos jóvenes
rechazan éste hábito de la lectura y del uso del lenguaje porque las anteriores
generaciones les transmitían mensajes “medievales” respecto a las maravillas de
los libros, ya sea forzándolos a leer libros académicos que no motive al lector
o libros de mala calidad pues son los más fáciles de accesar siendo una
institución.
Ahora sí, para finalizar con
éste punto, mencionaré un dato importante respecto a estos dos grandes
elementos: leer y escribir. El autor las describe como “dos caras de una misma
operación… Los antiguos griegos sabían, tal vez más que nosotros, que leer y
escribir eran conocimientos frágiles y delicados.” Y si nos ponemos a pensar
desde hoy hacia atrás, nos percataremos
de que el dialecto coloquial (tanto escrito como oral) no es el mismo que el de
hace 100 años, o para no irnos más lejos, 20 años. ¿Te acuerdas cómo se hablaba
hace 20 años? ¿Cuáles eran las palabras “cool” que se usaban? ¿Cómo se escribía
en los medio de comunicación sociales y privados? Si eres menor de 16 años,
probablemente no lo recuerdes pero si eres ya un adulto seguro que recordarás
algunas cosas, aunque sean vagas. ¿Ven que flexible es el lenguaje?
¡Pero no todo esta perdido!
Pues el autor nos tranquiliza con lo siguiente: “la escritura y la lectura han
creado estabilidad, permitiendo que millones de personas puedan acceder a otros
pensamientos recientes o muy lejanos.” ¿Recuerdan lo que dije de los
arqueólogos? Pues, eso. Actualmente sabemos muchísimas cosas que, si hubiéramos
permanecido con el lenguaje gestual y abstracto del homo-erectus, de seguro no
seríamos una civilización, se darían muchos conflictos, la comunicación no sería
recíproca, todo quedaría a manos de la adivinación y de la creatividad de cada
uno.
Después (en el capítulo 2) el
libro trata de hacernos reflexionar sobre el dinamismo entre el habla y la voz,
sugiriendo que la comunicación hablada, la cual hemos usado por siglos y
siglos, se encuentra actualmente en un estado casi crítico de cambios
constantes. Es algo que no se puede evitar. El lenguaje se va “modernizando”
conforme lo hace la sociedad que lo usa. El lenguaje es nuestro mejor reflejo;
de cómo es nuestra cultura, nuestras ideologías…
Como consecuencia de todo
esto, en el día de hoy, los términos de “leer”, “escribir” y “conocimiento” se
han ampliado cada vez más. No solo por el hecho de que cada día somos más
personas en éste pobre planeta (aunque ese sea un gran factor) sino que también
por el motivo de que cada persona es un mundo diferente; o sea, cada uno piensa
diferente, escribe diferente, habla diferente, lee de maneras y ritmos
distintos. Y por ende, el uso de los mensajes acaba por influir de manera casi
mundial (esto lo desglosa mejor el autor en su libro en el capítulo 3, pero yo
me enfocaré más desde mi propia perspectiva). Los mensajes electrónicos son más
rápidos que los de hace 20 años (¿o conoces a alguien que elabora una cuartilla
en whatsaap o en Twister?), los medios de uso para estos mensajes son cada vez
más sofisticados y con la intención de ser más adeptos al uso diario de todos
los humanos del planeta. Como consecuencia de TODO esto, llegan los “tipos y
usos del conocimientos en la actualidad” o lo que él llama “La Tercera Fase”.
Los mensajes, cada vez son más
sutiles, o hasta se podría decirse que tienen su propia ramificación del
alfabeto original. Giovanni Sartori, auto de Homo Videns (del cual desglosaré
algunos otros puntos) nos responde el por qué: “El conocimiento que ha sido
producido por fenómenos de 2 categorías: técnico y mental. El fenómeno técnico,
como nos describe el autor, intervienen lo que son los “instrumentos”,
materiales vinculados con el conocimiento. Y el mental, está constituido por lo
oral para después seguir con “ver” la escritura.
Pero, como mencioné
anteriormente, los usos de la comunicación van cambiando conforme la sociedad
lo haga. Entonces, Rafaele nos dice que no son sólo dos, sino 3 pasos, pero que
éste es menos vistoso; se refiere al trabajo que hace nuestra mente para
asimilar, decodificar, asociar y hacer semiósis de la información.
Todo esto que suena tan
complejo es lo que hacemos todos los días, pensar.
Al final, te preguntará, ¿cuál
es la causa, en sí, de ésta dichosa Tercera Fase en nuestra historia y en el
conocimiento? Y yo te diré lo siguiente:
los cambios. Del telegrama a la imprenta, del teléfono a la T.V., de la T.V. a
los discos, de los teléfonos portátiles a los celulares y así hasta llegar al
Wi-Fi. Todos estos cambios han tenido un gran efecto en la sociedad y con los
avances tecnológicos que se han dado conforme a las épocas. Hago mucho énfasis
a lo que “tecnología” se refiere, porque incluso si hay un analfabeta o alguien
que jamás ha sostenido un libro en sus manos en su vida puede absorber
conocimientos, información e inclusive experiencias. ¿Pero cómo? Se
preguntarán, tranquilos que se los diré. Por medio de estímulos, y la T.V. es
experta en mandar conocimientos por medio de estímulos, mensajes e ideas por
medio de la vista y el oído. Los cuales trata de describir (en el capítulo 1)
una posición para cada uno y descubrir su papel en el desarrollo del
conocimiento. Y la conclusión que yo encuentro a ése dilema es, que ambos sentidos
están “vinculados” ambos se necesitan para el aprendizaje, puede que uno esté
más desarrollado que el otro pero ambos se necesitan de manera mutua, y cuando
uno falla se recurre al que más se le asimile, por lo general se recurre al
tacto.
Pero si queremos ponernos muy
técnicos, otra respuesta a la Tercera Fase podría ser; que ha sido a causa de
la aparición de la informática y la telemática. La T.V, como nos la define
Giovanni Sartori es “un objeto doméstico que fue absorbido por el territorio de
la informática, dando lugar a la telemática”. Siendo una conexión de naturaleza
casi similar.
Ya para intentar concluir, el
libro intenta describirnos cómo es que hemos pasado de la Segunda Fase a la
Tercera Fase, en lo que va la historia del conocimiento, insistiendo en todas
las “formas del conocimiento que se están perdiendo”. Como bien dije antes, los
cambios modifican ciertos vectores estructurales de gran importancia de nuestro
mundo y, obviamente, de nuestra mente.
Para finalizar, quiero tomar
ciertas referencias del capítulo 6. En ésta parte del libro nos habla el autor,
su compañero Giovanni Sartori y yo tomaré algunos ideales de Zygmunt Bauman, de
que en cierta forma “incierta”, habrá y hay un cambio de la modalidad del
lenguaje, el cuál se está dejando a un lado todas la estructuras ya
establecidas para una mejor comprensión, dinamismo y, por supuesto, una
comunicación recíproca y universal. Cambiando a formas de escribir más
genéricas, rápidas y desestructuradas.
Los grandes cambios del
lenguaje de una civilización no solo se admiran desde el aspecto léxico, como
diría Bauman, sino que también se puede apreciar en el modo de uso de
interpretar y descifrar las cosas de las que uno o varios hablan.
Confieso que estas nuevas
formas de tratar un lenguaje, sobre todo uno tan rico y amplio como lo es el
español o su madre de origen el latín, me es casi aterrador (por no decir
vulgar). No es fácil aprender todas las leyes gramaticales o tener buena
semiósis, pero todo es cuestión de práctica, una práctica exhaustiva. Y eso nos
dará la experiencia, y entre más significativas más nos relacionamos con ellas.
Todo tiene una estructura, nada sale al azar. Y al tener estructura hay
posibilidad de analizar los datos obtenidos y una vez hecho eso se puede llegar
a obtener la experiencia, la información, la idea.
Como en tantos otros aspectos
que ya les mencioné, en la cultura moderna nos encontramos atrapados de pies y
manos. Lo que se está rechazando al “revelarse” ante los esquemas del habla y
la escritura, es lo que les dije casi al principio: La identidad, cuando
relegamos nuestras tradiciones e ideales traicionamos a nuestra identidad. Es
por eso que ver a alguien escribir tan mal hasta duele el codo (¿o sólo me pasa
a mí?) Cuando alguien escribe no solo está diciendo al mundo que no sabe tener
las cosas en orden ni respeta a lo que le rodea, sino que tampoco tiene respeto
por su identidad.
Es por eso que debemos leer, hablar como se debe
cuando se nos indique, escribir de manera correcta. Porque no solo estaremos
honrando a nuestros ancestros humanos que sufrieron ensayos y errores para
darnos un idioma, de por sí a comparación de antes, más fácil de aprender y de
emplear sino que nos honraremos a nosotros mismos y si piensas que estoy
exagerando vuélvete a leer la página 1.
Bibliografía:
- Raffaele Simone, “La Tercera Fase” cap. 1
pág. 19, 23, 25, 31, 34, 40,
Taurus, Colombia, 2001
- Raffaeñe Simone, “La Tercera Fase” cap 2 pág. 47, 49, 55, 58,
63, 64, 65. Taurus, Colombia, 2001
- Raffaele Simone, “La Tercera Fase” cap 3
pág. 68, 70, 78, 79, 83, 85,
Taurus, Colombia, 2001
- Raffaele Simome, “La Tercera Fase” cap. 4
pág. 87, 88, 9, 93, Taurus, Colombia, 2001
- Raffaele Simome, “La Tercera Fase” cap. 5
pág. 115, 116, 117 , 120, 124, 137, 140, Taurus, Colombia, 2001
- Raffaele Simome, “La Tercera Fase” cap. 6
pág. 141, 143, 146,147, 157,
Taurus, Colombia, 2001
- Zygmunt Bauman, Vida Líquida, pág. 23, 75, Paidós, Barcelona, 2000
- Giovanni Sartori, Homo Videns, la sociedad
teledirigida, pág. 35, 41, 59, Punto de Lectura, México, 2007
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