El autor del que hablaré hoy,
Zygmunt Bauman nos brinda el placer con una de sus obras más aclamadas y,
curiosamente, difíciles de conseguir. Él nos explica, a lo largo de sus 201pág.
(Las cuales están divididas en 7 partes), nos trata de contar por medio de ejemplos,
anécdotas y circunstancias históricas de como lo que llamamos “la vida moderna”
es en realidad, lo que llama el autor “la vida líquida” Nos redacta y explica
cómo se fueron dando los fenómenos desde la época de las cavernas hasta la
actualidad.
Para comenzar, el autor nos
dice que “la vida líquida” y la “modernidad líquida” tienen conceptos
similares. La primera nos la define como “esa clase de vida que tendemos a
vivir en una sociedad moderna”. Y a la segunda nos la explica así, “es aquella
en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes que las
formas de actuar se consoliden y se vuelvan hábitos.”
La “vida líquida” no puede
mantenerse en una forma constante ni mantener un rumbo fijo. Ya que en esta
sociedad actual, los logros no pueden permanecer para siempre pues las
condiciones de las acciones que realizamos envejecen con una rapidez tremenda y
dejan de ser obsoletas antes de que la gente tan siquiera se adapte a esos
cambios y conocerlos de manera adecuada. Por ejemplo, lo que sucede con la
generación de los abuelos y padres al tratar de usar los productos digitales de
la actualidad o adaptarse a los nuevos reglamentos de gobierno y de la sociedad
moderna. O es que acaso, cuando hablas de los matrimonios igualitarios ¿te has
dado cuenta que a tus padres aún les cuesta trabajo en aceptarlo o tus abuelos
aún ni se la creen? No me dirás que tus abuelos confunden tu televisión HD con
un microondas o que tu mamá al tratar de usar el celular se confunde con
algunas funciones que para ti son bastante obvias, pues te diré que no te rías
tanto de ellos pues de seguro en unos 20 años tu estarás en su lugar y tus
nietos harán lo mismo que tú, claro, si es que el planeta aún vive para
contarlo.
La exploración de los hechos
del pasado con alguna ayuda digital que
además nos informa de hechos del presente o de un futuro próximo, es una
ventaja sin duda, pero de toda esa supuesta información ¿cómo saber cuál es
real y cuál no? El mundo digital no está siempre libre de riesgos, existen una
enorme cantidad de “hackers”, o sea, personas capaces de accesar a información
de otros y hacer lo que quiera de manera directa o indirecta; de ahí salen los
virus: fishers, troyanos, el famoso virus de los 90´s ILOVEYOU y un largo
etcétera. Siendo todo un juego engañoso. Cada día el acceso a la información y
de las nuevas tendencias es algo que jamás nos hubiéramos imaginado; no me
podrán negar que el Wi-Fi es un arma de doble filo, tanto con información que
jamás hubieras podido obtener en los 60´s por ejemplo y también información que
no debería estar ahí.
Díganme, aquellos de esta
generación tecnológica, ¿alguna vez les ha pasado que están perdiendo su tiempo
en una red social como YouTube por ejemplo, y de repente se encuentran el video
que subió un asesino en serie y que en menos de 24hrs se vuelve viral? Es en
ese momento que dices “Diablos, estoy en el lado raro del internet otra vez.”
En resumidas cuentas, “la vida
líquida” es un estilo de vida veloz y de incógnita constante; siempre ahí para
tomarnos desprevenidos. “¿Qué hace una semana la tendencia era el Ice Bucket
Challenge? Pues es ahora el Condom Challenge, no, espera, ahora es Snapchat,
pero alto ahí porque ahora es LaSelfie deportiva…” Y así hasta el cansancio.
Además, tristemente, muchos usan estas tendencias anteriores para sentirse
superior a otros o demostrarles algo a los demás, perdiendo el significado
original de su creación, como pasó con el Bucket Challenge que su significado
original era dirigido más hacia lo donativo que a la comedia y el ocio.
Muchos, incluyéndome, no
podemos seguir el rápido ritmo de los cambios tecnológicos, de mercado y de los
estilos de vida en la sociedad. Quedándonos en la “cola del tren del progreso”.
Yo he percibido que la gente que se ha “aclimatado” a ésta sociedad líquida ha
tratado de convencerme que estoy “en el siglo pasado”, pues llevo una vida
“compleja y sin emociones” y ellos pretenden tener y buscar una vida más simple
y llena de lujos cuando ellos no tienen control de sus propias vidas. Se han
vuelto ambiciosos, y eso es algo bueno (en parte) pero han perdido el norte, la
noción del tiempo, la realidad de las cosas. Todo quieren que sea rápido,
saberlo todo y tener lo mejor.
A mí me pasa esto muy seguido
con mi hermana que vive en la metrópolis del país, y cada vez que viene a
visitarme al campo comienza a marearse por el cambio de altura, se aburre al no
haber “tantas actividades” o cuando quiere conectarse, mejor dicho,
desconectarse, se desespera porque la señal no es buena y culpa a todo lo que se
le atraviesa, creyendo tener la verdad absoluta.
El autor nos da una mejor
explicación ante esto, “la vida moderna líquida es una serie de nuevos
comienzos, para encubrir finales sucesivos. Y, tal vez el motivo de que todo
esto se dé a cabo es el hecho de que la eliminación de residuos pasa a ocupar
los puestos de la economía y de la sociedad”.
¿Te lo habías puesto a pensar?
Siempre nos reímos de los infomerciales cuando tratan de venderte un producto
del cual dudas su efectividad y que su forma de propaganda es ridícula. Pero,
piensa un poco en la publicidad de las grandes marcas del mundo ¿esos si te
convencen, verdad? Ahora resuélveme estas preguntas… ¿Cuántos celulares tienes?
¿Cuántos has desechado por que el “nuevo iPhone súper S, ver. Lechuga #24” era
a prueba de agua? ¿Usas tu computadora? ¿Usas toda la ropa que tienes,
incluyendo zapatos y ropa interior? ¿Lo primero que haces al entrar a un lugar
público o a un hogar ajeno es preguntar por la contraseña del Internet?
Puedo decir, con enorme tristeza,
que tú, querido lector, y muchos otras 7.000.000.000 de personas alrededor de
éste planeta sufren lo mismo que tú. La supervivencia de nuestra sociedad
depende ahora de la rapidez con la que los productos queden destinados a
enormes basureros, con una velocidad y eficiencia brutal. En esta sociedad
nadie puede decir que es experto en algo porque nadie tiene el “lujo” de darse
el tiempo o de permanecer como es debido. El libro de MOMO, de Michele Ende
describe y narra a la perfección como con tal de ahorrar tiempo, en realidad lo
vamos perdiendo y olvidamos lo que es realmente importante, y obviamente los
que más salen afectados son los niños, que terminan desatendidos o forzados a
portarse como adultos con el cerebro lavado. (Y eso que es un libro escrito en
1890). Así que esto no es algo de nuestros tiempos, es algo que siempre ha
estado ahí, la diferencia es que en la actualidad todo debe ser más rápido,
todo tiene que ser fácil, todo tiene que ser lo mejor.
Llegando así a un terrible
resultado: te modernizas o mueres. “Es la ley de la vida” me dirás, y en parte
es cierto. Pero la situación actual es ésta, amigo mío, ya no somos humanos en
las épocas de las cavernas, es decir, dejamos de ser nómadas. Es por eso que el
término de “la generación nómada de la tecnología” me parece el término
perfecto a ésta generación Z. Y al dejar de haber sido nómadas significa que
debemos aferrarnos a un lugar y eso, hoy en día, es todo un reto. Mantenernos
fijos sin tener que recurrir a los desechos que la sociedad va dejando ante
nosotros.
Otra gran característica de
ésta “vida líquida” que el autor nos revela es la terrible, aterradora y muy
inminente “destrucción creativa”. Dime lector ¿alguna vez cuando te piden
escribir o investigar algo lees sin copiar o buscar salvación en la Wikipedia?
¿Cuándo quieres dibujar algo recurres a algo más que ya existe porque, según
tú, no se te ocurre nada? ¿Acaso no has notado el por qué todas las canciones
“pop” siempre tienen la misma temática, ritmo, acordes y te cuesta identificar
al compositor, pues es la música comercial? Pues todo es, gracias al intentar
quedar en las modas, seguir a los demás o hacer las cosas fáciles sin usar
nuestro cerebro (ver la película en vez de leer el libro en el que está basado,
por ejemplo); perdemos nuestra identidad, nuestras ideas se vuelven las de
alguien más. Nos volvemos todos unos clones, unos drones que no saben otra cosa
que seguir órdenes sin poder recurrir a la maravillosa imaginación. La libertad
de pensar diferente, de vivir diferente.
Los de ésta generación ya no
tienen esa libertad, inconscientemente el humano busca seres similares a él
para sentirse protegido, seguro o incluso amado. Pero cuando forzamos a que
otros sean como nosotros sin tener tolerancia, la cuerda se tensa de los dos
extremos y no avanza, hasta que llega un momento en el que la cuerda se romperá
¿y quién la va a volver a unir si ya no hay creatividad y tolerancia?
Les pediré que vuelvan hace 20
años atrás, antes aquella mujer que se quería casar sin estudiar era algo
normal e incluso aceptable, pero en la actualidad si una mujer solo estudia en
lo que se quiere casar se le acusa de tonta e incluso se le rechaza. Claro,
todo depende de matices, pero vayamos a otro extremo, algo un poco más
polémico. Les contaré una experiencia mía; cuando era más pequeña mi abuela
paterna me platicaba de cómo eran de conservadoras sus abuelas y que
actualmente todos son “liberales” como diría yo. Y un día, en una clase de
filosofía un compañero me detestaba y decía que no era objetiva por ser
católica (es aquí a donde entramos a un punto muy frágil). Hace 50 años si no
eras religioso eran 10 puntos menos para Gryffindor pero si ahora, en el 2016
eres religioso 50 puntos menos para Gryffindor. Lo mismo con los derechos de
las mujeres, los homosexuales y aquellos que creen ser homosexuales (porque esa
es la moda ahora) y amar los productos nacionales y acusar de opresores a los
extranjeros.
Yo me considero en medio, ante
éstas posiciones, pero quiero que valoremos una cosa. Encontrar el equilibrio
es algo complicado, ¿Qué necesito y no necesito? ¿Lo quiero o sólo es capricho?
¿Puedo vivir feliz sin esto o aquello? El consumismo actual nos ha inhibido esa
habilidad de meditar las cosas, pues nos las impone, nos lava el cerebro para
convencernos de que es lo que queremos y necesitamos y no podremos ser felices
sin esas cosas; y cuando compras el beneficio y surge otro vuelve a ser el
mismo juego de todos los días. El resto es elegir el mejor modelo para uno de
los muchos que te ofrecen sin descanso y análisis.
El autor nos aclara de esta
manera: “En el fondo, el problema consiste en aferrarse rápidamente a la única
identidad disponible y mantener unidos los pedazos mientras combaten las
fuerzas erosivas y las presiones, reparando una y otra vez nuestras paredes que
no dejan de desmoronarse.”
Pertenecer, deber, derecho…
Son palabras que actualmente no podríamos responder sin haber pasado por un
proceso de meditación y, claro, sin tener que definirlas con términos que ya
existen. La originalidad, la sencillez de vivir, la tolerancia, los valores se
han disminuido al igual que los animales en peligro de extinción. Nada es eterno, incluso las artes se han
tenido que “modernizar” para que la sociedad no las acusara de “anticuadas”. Un
gran ejemplo es la gramática; conocer a alguien que escriba bien en la
actualidad es como conocer a un ambidiestro, por lo mismo de que la rigidez de
la REA (Real Academia Española) se ha aflojado dándole a la gente la libertad
de escribir como le plazca porque sus leyes ya no aplican a ésta generación,
pero no sólo el español lo ha sufrido, el inglés también.
Volviendo un poco al tema de
la tecnología; ¿alguna vez han dicho o han escuchado decir que el pasado era
mejor porque las cosas duraban, eran de calidad o simplemente estaban hechas
para usarse? (Yo sin duda lo he dicho). Pero aquellos que lo dicen, no lo dicen
por se “viejos” aunque así se sientan, es por el motivo que el Sr. Bauman nos
revela “La velocidad más no la duración, eso es lo que importa ahora. A la
velocidad correcta, consumir toda la eternidad dentro de un presente continuo…
El truco consiste en comprimir el tiempo en un espacio temporal en otro
universo para dejar de preocuparnos sin tener que renunciar a las maravillas.”
¿Han leído ya el libro MOMO?
Pues deberían. En esa pequeña novela nos explica de manera sutil y algo
infantil, (pues todo es contado desde la perspectiva de la niña protagonista)
sobre como los hombres grises con palabras rebuscadas y un lenguaje complejo
convencer a las personas de que hacer las cosas rápido, sin importar de
hacerlas bien o no, es mejor que “tomarse el tiempo” porque lo desperdicias en
cosas inútiles que en cosas de aprovecho. Y, desde mi propia perspectiva, soy
libre de decir que la gente que vive en el campo como yo, con aires de
paciencia y ciertas reglas, vive más relajada y menos peleada con el mundo a
comparación de mi hermana que siempre dice “ahora no tengo tiempo, tengo muchas
cosas que hacer”, “hablaremos luego, estoy con el tiempo justo” o inclusive algo
así “estúpidos coches que no dejan pasar ¿no se dan cuenta que todos tenemos
prisa?”
Zygmun Bauman nos da otra
posible definición “la vida líquida es una vida devoradora… Asigna al mundo
objetos que con el tiempo pierden utilidad, y cuando sobrepasan esa fecha de
caducidad dejan de ser aptos y se vuelven chatarra, basura, algo inútil que al
final termina estorbando.” Esto, gracias al estilo de vida consumista que hemos
llevado, se ha convertido en uno de los mayores problemas ecológicos. En una
sociedad consumidora compulsiva siempre está en la cuerda floja de si mantener
y cuidar sus productos o terminar en la basura, pero el final de todos siempre
será el mismo. El vertedero.
¿Te ha pasado verdad? Ahora,
en nuestro mundo no se conocen los límites de la velocidad con la que queremos
llevar nuestras vidas. Si seguimos así, moviéndonos con rapidez desenfrenada
sin mirar a otra dirección y sin detenernos a meditar nuestras acciones siendo
tolerantes, seguiremos en la misma vida temporal de una máquina en vez de vivir
como personas.
La nula atención que le damos
a como se ve afectado el planeta ante nuestros hábitos inconcientes y
desenfrenados es el principal motor del calentamiento global. Como dije
anteriormente, se vuelve un círculo vicioso. Entre más compre la gente se harán
más fábricas y en cuanto duren menos los productos habrá más basura y cuanto
más difícil sea de deshacernos de estos desechos será más complicado salvar al
planeta, (hasta que los árboles se rebelen ante nosotros, digo yo).
¡Pero no todo está perdido
joven padawan! Las posibilidades pueden verse brumosas ahora, pero somos una
sociedad democrática (o eso presumimos ser) y si se recurre a la re-educación
de la sociedad (padres responsable, escuelas concientes, cuerpos empresariales con
ideas verdes) se puede influir en las mentes de las personas en un nuevo estilo
de vida más orgánico, en contacto con el espíritu de los demás y a aprender a
ser paciente. No será algo instantáneo pero el futuro de una vida así es mucho
más prometedor que ir predeterminados a un vertedero. Sin embargo todo depende
de actitud, tener la voluntad de cambiar y de ir hacia otro camino, no por el
afán de ser diferente o porque lo digo yo sino porque TÚ quieras hacerlo, por
el hecho de que sepas que esa no es una forma de vivir y si logras convencer a
más personas, bien. Si no, está bien todos tienen derecho de pensar lo que
quieran pero el detalle es que no hay que ser egoístas. Pensar en las
consecuencias antes que sólo en nosotros mismos.
No pretendí hacer una
recopilación completa del libro, sino un rescate reflexivo respecto a éste, que
yo creo que ése era su objetivo. Espero que mi desglose personal haya sido de
ayuda y te haya ayudado a pensar un poco, pero tú puedes hacer tus propias
conclusiones. Elegir tu propio estilo de vida, pero siempre ten en mente que
eso tiene una condición, de hacer posible la alternativa de hacer de nuestro
mundo y sociedad un lugar más acogedor. Donde todos tengan oportunidad y todos
tengan el derecho.
Comentarios
Publicar un comentario