Es un historiador, narrador y
escritor, trabaja en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Nació en la ciudad de México,
el 29 de octubre de 1964. Es doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM y
maestro en antropología social por la Universidad de Londres. Especialista en
temas de historia prehispánica y de la conquista, ha escrito importantes libros
de divulgación como La vida cotidiana en tiempos de los mayas, La migración de
los mexicas y La conquista de México. Tradujo del náhuatl y cuidó la edición de
Historias de Cristóbal del Castillo. Es investigador en el Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM.
Sus géneros varían desde la ficción histórica, literatura infantil y análisis social, todo enfocado en las culturas mesoamericanas, especialmente las entidades nativas mexicanas.
Sus géneros varían desde la ficción histórica, literatura infantil y análisis social, todo enfocado en las culturas mesoamericanas, especialmente las entidades nativas mexicanas.
Estos son algunos de sus
libros publicados:
·
México racista.
Una denuncia, México, Grijalbo,
2016.
·
Las otras
historias de México, México,
Ediciones SM, 2010.
·
Huesos de
lagartija, México, Ediciones SM, 9a. ed.,
2009 (1a. edición, 1998).
·
Los pueblos
indígenas de México, México, Comisión
Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008.
·
Las relaciones
interétnicas en México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario México Nación
Multicultural, 2004.
·
La migración de
los mexicas, México, Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, 1998.
·
Cristóbal del
Castillo, Historia de la venida de los mexicanos y otros pueblos e
historia de la conquista, trad. y estudio introductorio de Federico Navarrete
Linares, México, Asociación de Amigos del Templo Mayor, 1991.
“Federico Navarrete es un apasionado por la literatura y el arte, con la idea de que la humanización es compatible con otros campos. […] Su investigación de los pueblos indígenas y su desarrollo es alucinante, permitiéndonos conocerlos. Su trabajo delata la convicción de que el pasado no quedó atrás, sino está vivo en el presente.” Miriam Maltos, DGDC-UNAM (13/09/2013), Conversaciones de Cultura y Sociedad.
Sinopsis
Huesos de lagartija es una historia de ficción basada en
hechos reales. Se centra en el joven niño mexica, Cuetzpalómitl, el narrador;
acompañan la historia su hermano Cuahuitlícac, su padre y su madre; el gran
sacerdote; el viejo español… pero todos son inventados.
Su historia, es la historia del pueblo mexica que vivió la
conquista y la destrucción de su ciudad por los españoles entre 1519 y 1521.
Esta historia la conocemos por varios libros de la época, escritos por
españoles y por indígenas, pero nunca de la manera que Federico Navarrete lo
hace, rescatando las perspectivas de aquellos que sufren más en las guerras,
los niños y las mujeres.
Huesos de lagartija se apega en lo fundamental y trata de
ser lo más objetivo posible, para describir los grandes acontecimientos de la
Conquista, desde los presagios que la anunciaron hasta la guerra y el sitio de
México.
Personajes
Ø Cuetzpalómitl: El protagonista de la historia, su nombre significa
“Huesos de Lagartija”, pues él nació en el año de la lagartija del calendario
maya; es un joven niño mexica con mente inocente e ilusa, que poco a poco
tendrá que madurar ya fuese por la orgullosa cultura del “guerrero mexica” o
por los acontecimientos que suceden a lo largo de la historia que lo forzarán a
madurar, inclusive si eso significa tener la voluntad de dejar el orgullo y
encontrar el verdadero significado del honor de vivir. Es un niño pequeño y
delgado, de tez obscura al igual que su pelo, negro y corto, algo torpe, pero
con actitud dócil que camufla de terquedad. Al haber nacido en el año de la
lagartija le otorga el don de vivir ante todo, aunque eso signifique el alto
precio de ver como sus familiares perecen antes que él.
Ø Cuahuitlícac: El hermano mayor de Cuetzpalómitl, su nombre significa
“Árbol Erguido”. Es un mexica joven y adulto, impresionantemente
valiente, arrogante, terco, testarudo y tenía un espíritu de lucha
impresionante. Su hermano menor lo describe
como alguien fuerte y valiente, y a veces confiesa que le envidia y le teme,
como modo de respeto. Es muy hostil con su hermano menor, pues lo fuerza a ser
un gran guerrero a pesar de que el destino de Cuetzpalómitl no es el de la
guerra sino el de vivir, a comparación de Cuahuitlícac se obligó a sí mismo a
ir en la “vida del guerrero”. Murió
en manos de los tlaxcaltecas, unos traidores que se aliaron a los españoles
para acabar con los mexicas.
Ø Los padres de Cuetzpalómitl: personas muy tradicionales, muy entregadas a su cultura y
ritos, con las facciones típicas de los mexicas; piel y pelo obscura, baja
estatura, nariz y ceño fruncido. Ambos dotados de gran sabiduría, experiencia y
paciencia; que influirán en la memoria de nuestro protagonista. El padre es un
hombre objetivo y mayor, ama a sus hijos y por ende se preocupa por ellos
cuando actúan antes de pensar, dice lo que se tiene que decir, aunque nadie
esté dispuesto a oírlo; bebía pulque
todos los días después de que los españoles los conquistaron. Era su forma de
olvidar y soportar el dolor por la muerte de su hijo mayor, Cuauhitlicac. Y su madre es una mujer tranquila y sensible, siempre se guarda
sus palabras y solo habla lo que ella considera necesario, normalmente sus
corazonadas sobre lo que sucederá o lo que es son muy acertadas. Ella vivió hasta que era muy anciana y murió de vejez
sin ningún sufrimiento.
Ø El viejo sacerdote del templo: principal mentor de Cuetzpalómitl, le enseña lo que se
debe hacer y no se debe hacer para hacer felices a los dioses, es un hombre
mayor y sabio, con aires de paz y orden. Le recuerda a Cuetzpalómitl el motivo
de su nacimiento y que debe dar gracias a los privilegios con los que ha nacido
para poder tener una vida plena tanto en el templo / calmecac, como en la
villa. Él hace todo lo posible para evitar que la guerra se desate con tal de
proteger a sus discípulos, pero la viruela termina con su vida, ante los ojos
de Cuetzpalómitl. Es un hombre bañado en arrugas, con ojos grises y piel
morena. Viste ropas tradicionales que sólo los sacerdotes podían usar, vestía
su cabeza con plumas de ave además de poseer pendientes sagrados.
Ø El cura español: un hombre anciano, alto con barba blanca y con ojos color
verde como los chalchihuites (así lo describe el protagonista), trae siempre
puesta vestimentas de cura jesuita; él junto con sus hermanos les enseñaban las
pastorelas, la historia de la Biblia, los cantos y a leer y a escribir a los
indígenas sin la necesidad de dañarlos, pues tenían la idea de enseñar la
palabra de Jesús con amor y tolerancia, por medio de la educación. Eso le ayudó
a Cuetzpalómitl a entender a los españoles y poder adaptarse a ellos, pues se
sentía seguro con los jesuitas porque lo comprendían y le enseñaban que tanto
ellos como los judíos sufrieron cosas muy similares.
Ø Extras: Cuauhtémoc, Moctezuma, La Malinche, Hernán Cortés, Isabel
Moctezuma y el virrey de Castilla. (Todos son personajes históricos, con los
cuales el protagonista se topará más de una vez y le ayudarán en alguna ocasión
como son el caso de Isabel Moctezuma o le pondrán obstáculos a su camino como
es el caso de Hernán Cortés o El guerrero español / el doble de Cuahuitlícac
como lo llama nuestro joven protagonista. El autor nos da su idea de cómo
fueron estos personajes enfocándose más en el aspecto físico pero deja muy de
lado su psicología, puesto que se desconoce cómo eran realmente).
Ambiente de la novela
La
historia está centrada en el pueblo mexica el cual vivió la conquista y la
esclavitud a causa de la llegada de los españoles, sucediendo entre los años de
1519-1521. El autor se centra en los acontecimientos más importantes como son
la llegada de los “extraños”, la muerte de Moctezuma, la epidemia de la
viruela, la crisis de hambre e ideología de los mexicas respecto a sus
creencias y ritos que son removidos y sometidos; la llegada de Cuauhtémoc, las
crueles batallas que se desataron, las alianzas de los otros pueblos nativos
mexicanos con Hernán Cortés para poder enfrentar a los mexicas. La
novela procura ofrecer una reconstrucción lo más apegada posible del mundo y de
las ideas de los mexicas en el siglo XVI, pero una que resulta interesante y
compresible para los lectores de éste siglo. Así logrando que uno se
identifique fácilmente en lugares del valle de México, llamándolos por sus
nombres actuales: así, Tlacopan se le llama Tacuba, Coyohuacan se llama
Coyoacán, Atlacuihuayan, Tacubaya, etc.
En el
libro, se le llama mexica al pueblo en donde se ubicaba la ciudad de México y
se decía que era originario de Aztlán, que también es conocido como azteca. Su
ciudad se llama México, pues llamarla Tenochtitlán sería injusto para
Tlatelolco, la otra mitad.
Con el
fin de facilitar la fluidez y comprensión de la lectura, se emplearon pocas
palabras en náhuatl, más bien las necesarias para darle sensación de ambiente a
la historia además de comprender el origen de muchas de las palabras que los
españoles romanizaron después y que actualmente se siguen usando.
Las ciudades nos las describe con vivos colores y
majestuosas construcciones de piedra, sobre todo en las que predominaban los
códices y en las pirámides como son el rojo, azul, amarillo y verde. También
nos describe a las villas de manera sencilla, del mismo modo que vivía el
proletariado de esa época en casas con techos de hojas de palmera, con el piso
natural de la tierra sin muebles o complejos de materialismo (supuestamente),
nos recuerda al clima tropical que había en ese entonces, al dorado del maíz, a
la textura de la tortilla, frijoles y el ardor del sol y el chile. Nos plasma
una realidad redonda, un estilo de vida pacífico para los civiles y de aires de
grandeza para los hombres que aspiraban a ser los guerreros que defenderían la
aldea.
Respecto al tono
El autor narra de manera secuencial con respecto a lo que
va sucediendo, a veces dando brincos pues son los “recuerdos” de su personaje
Cuetzpalómitl, pero siempre respeta el orden histórico de los sucesos en los
que el autor se va desglosando. Todo está narrando en primera persona, siendo
conciso en los detalles y en lo que quiere dar a entender o imaginar, se va más
en el aspecto estético que el subjetivo, inclusive si se trata de recuerdos. Su
actitud es nostálgica, casi de añoranza y cansancio por el paso de los años, lo
que algunas veces parece como algo íntimo del autor y da la sensación de que
estás leyendo sus memorias de anciano. Obviamente el autor se centra en la
perspectiva infantil de las cosas y conforme avanza la historia nos damos
cuenta sobre cómo evoluciona ese caleidoscopio que Cuetzpalómitl va formando
para sí mismo para entender el mundo.
Mensaje de la novela
El autor busca que los mexicanos recordemos lo que sucedió
a través de un cristal diferente, la perspectiva de un peculiar niño mexica,
invitándonos a un momento de reflexión histórica, claro, todo desde la
perspectiva del autor; la cual es muy pro-nativos a comparación de que rechaza
y acusa a los extranjeros de seres salvajes y crueles cuando (desde mi
opinión), ambas naciones eran igualmente de mentalidad primitiva y salvaje, muy
a pesar de la época ambas eran muy ignorantes en muchos aspectos como la
medicina, la ética y la moral. Aunque claro que, los nativos tenían mejores
hábitos de limpieza a comparación de los europeos y tenían una mentalidad
ecológica y espiritual muy diferente y en algunos aspectos más compleja, lo que
les permitió desarrollar los principios de la astronomía y la herbolaria. No
dudo que los mexicas fueran una raza extraordinaria y que los españoles no
tenían ningún motivo de tratar a los indígenas como lo hicieron, pero se deben
evaluar matices y espero que un día encontremos un balance entre éstas
perspectivas.
Aun así, el autor cumple con su cometido de invitarnos a
conocer un lado de la historia que no veremos en los libros de historia, con
nuestros maestros o con nuestros padres y que tal vez sería bueno conocer y
tratar de comprender el pasado de aquella tierra en la que nacimos para poder
preparar nuestro futuro como mexicanos y mexicanas, seamos criollos, mulatos,
mestizos, indios, nativos, etc. Pues todos compartimos la misma tierra que
llamamos hogar.
Conclusión
El escritor nos traslada al México Mesopotámico, y te abre
la ventana del sufrimiento y el entendimiento de los mexicas sobre sus crisis
social, religiosa e inclusive mental.
Empezando por las tradiciones de los mexicas que para los
españoles eran muy extrañas como ayunar, sacarse sangre con agujas, comerse a
sus prisioneros de guerra, todo con tal de honrar a sus dioses. A mí esto me
parece un acto cruel y sanguinario, pero esa era su cultura y debo admitir que
admiro su devoción hacia sus creadores, pero cometer tales actos me parecen
innecesarios, si un padre te crea es porque te quiere ¿no? Y si para ellos los
dioses eran sus padres ¿por qué sufrir por su amor cuando ellos “supuestamente”
los amaban otorgándoles la naturaleza para protegerla y amarla? Eso aún a la
fecha no lo entiendo…
En fin, a pesar de todo, Cuetzpalómitl vive porque las
lagartijas lo proveían de su carne para sobrevivir pues era debido a que como
él era del año de la lagartija significaba que él sobreviviría, ante todo, a
pesar de que eso significaba ver como sus seres queridos morían y él seguía
viviendo.
Pero las palabras que el padre de Cuetzpalómitl le dedica antes de morir tenían un gran mensaje, de modo que yo lo interpreté de la siguiente manera: nunca olvidar el pasado, pero hay que superar el sufrimiento del pasado. Adaptarse a lo que se avecina y vivir más no sobrevivir, porque el río no te ahoga sino permanecer hundido sin respirar.
Pero las palabras que el padre de Cuetzpalómitl le dedica antes de morir tenían un gran mensaje, de modo que yo lo interpreté de la siguiente manera: nunca olvidar el pasado, pero hay que superar el sufrimiento del pasado. Adaptarse a lo que se avecina y vivir más no sobrevivir, porque el río no te ahoga sino permanecer hundido sin respirar.
Me fascinó la reflexión que hace Cuetzpalómitl al querer conservar
la biblia de los españoles jesuitas, la cual le ayudó a llegar a la conclusión
de que sus dioses y los dioses de los españoles eran lo mismo, pero con
diferentes nombres. Y yo me he dado cuenta con el paso de los años que el
problema no es la religión en sí sino como la fomentamos y como la impartimos a
los demás; con los siglos se ha distorsionado el verdadero significado de la
palabra de Dios y se ha perdido la dimensión de las ventajas y desventajas de
la cultura nativa mexicana. Por ende, he llegado a la conclusión, y éste libro
me lo demuestra de que ambas religiones se enfocan en el amor a la tierra, el
respeto al prójimo y tener una filosofía de vida en busca del amor y la paz y
debemos aprender de los errores para poder corregirlos en un futuro.
En resumen, me parece un libro precioso, un auténtico tesoro si
sabes cómo leerlo y disfrutarlo, cada página es un deleite que de manera
misteriosa te sigue invitando a continuar y querer saber más, a pesar de que
sabes cómo terminará. Te llenará de reflexiones, de orgullo por tu nacionalidad
mexicana sin la necesidad de llenarte de un falso patriotismo y hará que al
terminar de leerlo des las gracias a aquellos que murieron mártires por la
causa, por vivir en ésta época y no en aquella.
Muy buena información
ResponderBorrar¡Muchas gracias! Aquí estoy, al servicio de la comunidad XD
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