La inteligencia americana, ¿una tradición problemática?


Me tendrían que dar un galardón al reciclaje porque con el escaso material que lanza este autor, hay que ser más provechoso que verse Soul Eater con la esperanza de un buen remake. ¡Aún no olvidamos ese casi beso Ohkubo!
Para Alfonso Reyes, el espacio de la condición latinoamericana radica en vivir al borde de dos culturas: la americana y la europea.

El escenario es nuestro ritmo, nuestro tiempo. La imposición de otro escenario (específicamente europeo) lleva a que el paso de antes tenga que apresurarse con adaptarse, dar saltos agigantados de un lado a otro. Los saltos osados pueden llevar a buenos resultados y conocer cosas diferentes, sin embargo, también pueden tener un efecto negativo, dejando a la tradición, lo propio, lo cultural en un segundo plano; porque, al parecer, solo puede existir un solo “tempo”, un único escenario que es el que impone el grupo más fuerte.

El coro, son todos aquellos que conforman a América, diferentes razas, regiones, todo tipo de tonos. América es una mezcla heterogénea, esa es su particularidad, su esencia.

El actor de la historia es la inteligencia. América a pasado por diferentes etapas de inteligencia, por decirlo de alguna manera. El autor comienza con el contexto del México Colonial, como ejemplo para explicar la época y situación de los latinoamericanos. Es en este tiempo donde se comienza a reflejar el pensamiento divisorio de las clases sociales y estas se podían plasmar en la literatura satírica y popular de aquel entonces. Luego, al momento de la independencia de México surge otra división inevitable, americanistas e hispanistas, el pensamiento liberal y el conservador, porque ahora surge el conflicto de que debe permanecer, el lado al cual pertenecer, cargar con una nueva realidad.
Como vemos ahora, se optó por la inteligencia americana, una inteligencia en palabras del autor:

“La inteligencia americana es necesariamente menos especializada que la europea. Nuestra estructura social así lo requiere. El escritor tiene aquí mayor vinculación social, desempeña generalmente varios oficios, raro es que logre ser un escritor puro, es casi siempre un escritor “más” otra cosa u otras cosas.”

El autor señala las desventajas y ventajas que esta inteligencia tiene, siendo su punto más débil el mantener la mente distraída y la ventaja radica en poder adaptarse a lo contemporáneo. El choque de estas virtudes y defectos nace aquel equilibrio que intenta entender lo intelectual como algo público y proyecto civilizador. La inteligencia de los escritores americanos debe esforzarse con mucho brío para poder “asomarse sobre la tierra” porque debe considerar más elementos, estar en constante combate con las diversas adversidades y posibilidades con las que se enfrenta, por ejemplo, aprender más de un solo tipo de conocimiento, conocer diferentes disciplinas, ser más consciente de lo que hay afuera; respetando el término del autor:

“Paréntesis, del lujo del ocio literario puro, fuente en la que hay que volver a bañarse con una saludable frecuencia.”

Por ende, la inteligencia europea, debe solo esforzarse un poco porque los elementos con los que está predispuesto les son suficientes, no le es necesario tener que ver más allá, tiene todas las posibilidades a su favor.

“En la crisis, en el vuelco que a todos nos sacude hoy en día y que necesita del esfuerzo de todos, y singularmente de la inteligencia (a menos que nos resignáramos a dejar que sólo la ignorancia y la desesperación concurran a trazar los nuevos cuadros humanos), la inteligencia americana está más avezada al aire de la calle; entre nosotros no hay, no puede haber torres de marfil.”

Me oso a decir que la inteligencia americana tiene una peculiaridad y es que su mentalidad es, en gran parte, internacionalista. Poniendo un ejemplo que he vivido: Al mexicano se le enseña su propia historia, aprender a desenvolverse en su contexto y hablar como su cultura le indica, al mismo tiempo que debe conocer y saber la historia de otros países, aprender otras lenguas, aprende a manejar las nociones extranjeras hasta adaptarlas a su contexto; y valorar otras posibilidades para “ganarse la vida”, no se puede conformarse con solo un tipo de trabajo o ritmo. A diferencia del español, no considera que sea necesario conocer la historia de otros países o donde se ubican, con lo que sabe sumado a sus posibilidades puede conformarse con un solo camino porque los españoles no han necesitado asomarse por América para construir su sistema de vivir en el mundo. La mentalidad americana estudia, conoce y practica a la europea, básicamente, desde su educación primaria.

El autor sigue acertando en ese aspecto con la actualidad, claro que cabe aclarar que es difícil hacer una generalización acertada, sobre todo en una cultura que es un mundo por sí solo como es América. También están aquellos que se conforman con lo que tienen y de ese modo siguen su camino. La postura del autor radica en que la inteligencia americana y la europea, se preparan para realizar ese sueño que todas las civilizaciones comparten: la utopía, la república feliz llena de contemplación y maravillas de un nuevo mundo. Por toda la mezcla histórica, socioeconómica y cultural que ha influenciado la formación de la inteligencia americano (principalmente en el mexicano, donde se centra el autor) podemos ver que hay una gran diversidad de ideas y pensamientos, así como factores en común.

Lo que nos muestra Reyes con su texto es una nueva forma de mirar ese suelo mexicano, de reconstruirlo e identificarnos con él. Es reconocerse a partir de la propia mirada, una mirada íntima y personal. Como menciona él:

“La continuidad de las raíces de nuestra cultura fincadas en ese pasado remoto y un presente eterno.”

La problemática que identifico tras leer el texto y reflexionar la situación actual, es que la inteligencia americana se sostiene gran parte por una especie de tristeza/decepción heredada con el paso del tiempo. Puedo señalar que el autor tiene una perspectiva un tanto optimista e idealizada de la inteligencia americana, aunque mencione los puntos negativos, los últimos años de esta inteligencia se han caracterizado por un pesimismo y cierto malinchismo. Y esta inteligencia que se llegó a auto descalificar por mucho tiempo comenzó a cambiar de nuevo poco a poco cuando se vio “en crisis” cuando una autoridad política (Donald Trump), los señaló únicamente con características negativas.

La inteligencia americana, a pesar de sentirse en muchas ocasiones como “una víctima de las circunstancias”, sigue teniendo un sentimiento de nivelación e igualdad que busca alcanzar a la inteligencia europea y definirse por su cuenta al mismo tiempo. La inteligencia de antes no se enfocaba en temas como la ecología, el calentamiento global, los derechos de las personas que conforman la comunidad LGBTT y los inmigrantes y reclamar injusticias que se tenían normalizadas por los años anteriores; me atrevo a decir que la inteligencia americana se ha vuelto más pesimista en comparación a lo que describía el autor.

“La inmediata generación que nos precede, todavía se creía nacida dentro de la cárcel de varias fatalidades concéntricas (…) Hemos alcanzado la mayoría de edad. Muy pronto os habituaréis a contar con nosotros.”

Aunque, pienso que los problemas de nuestra sociedad inteligente también los debemos resolver de manera colectiva y convertir lo negativo en un frente crítico responsable. Presiento que ahora podremos ver cambios reales en la sociedad latinoamericana, mayor reconocimiento, una mentalidad optimista, retadora y con otro caleidoscopio para ver la realidad y plasmarla al momento de escribir películas, textos, expresar actitudes y defender un ideal. Al final, la inteligencia americana es un reflejo de la misma sociedad latinoamericana y cuyo ascenso de fuerza y evolución está determinada por la racionalidad, la acción social que se rige por nuestras emociones y, sobre todo, nuestras tradiciones.

La inteligencia americana, para mi, vendría siendo una especie de libertad creativa que permite al artista manejar ambos “legados culturales”; no hay una afectación arbitraria o un alarde romántico, podría ser demasiado sincera y sarcástica para algunos. Los escritores latinoamericanos tienen una ardua búsqueda intelectual que lo ha llevado a reflexionar sobre el modo en que la lengua latina se ha utilizado y su condición actual. El sentido de la escritura, para los latinoamericanos, se trasluce en él como un atisbo íntimo y humano por sentar las bases en torno a su problema del pensamiento en sí: la búsqueda de su autenticidad, ser ellos, ser reconocidos por ser ellos.
El escritor latinoamericano y su inteligencia americana es como un extranjero, un peregrino, un jinete en el aire; pero lleva siempre consigo su país de origen, el apego por su tierra natal.

¿Son tuyos los derechos de las imágenes? ¿No, verdad? Entonces, dejádme en paz.
Para cualquier cosa, me tenéis en @SofiaLuCa18. Mi casa no, ¿eh? Que ni Google la conoce, adiós.

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