Análisis de invocación; las caras del signo lingüístico y la creación de idiomas de fantasía

Para los que no pudieron asistir a mi taller de éste fin de semana, aquí les dejo una pequeña probada de lo que pudieron haber aprendido, eso no significa que nunca jamás habrá otro; pero como nos movemos por un sistema y tratamos de ser buenas personas, si el público lo demanda en comentarios aquí o en mis redes sociales, sacaré otra entrega para quienes no alcanzaron a entrar. Que yo no privatizo mis conocimientos, están al alcance de quien tenga la paciencia de escucharme (o leerme). Pues nada, prosigo mientras disfruto de un delicioso chocolate caliente mientras disfruto del diluvio, les dije que las danzas de lluvia funcionan.

Las personas y nuestra necesidad de nombras las cosas

El don de la palabra es fruto de la inteligencia humana. Es nuestra facultad poner nombre a las cosas, catalogar y ordenar el mundo, a todo lo que nos circunda y nos interesa; y si hay algo que no tenga nombre, nosotros se lo inventamos y se lo ponemos. Es más, la lengua no es nada más una lista de nombres, ni funciona como un simple diccionario, no manejamos aisladamente las palabras; sino que las combinamos para expresar los más diversos pensamientos y para hacer efectiva la comunicación. Al comienzo, las relaciones entre la cosa y su nombre fue iniciado por los griegos, estableciendo dos escuelas de pensamiento; la primera, la analogía, estimaba que entre la cosa y su nombre existía una relación natural; la segunda, la anomalía, que postulaba que dicha relación era arbitraria, establecida por nosotros. Siendo que, el problema planteado por los griegos se ha venido esclareciendo.
 
Otra podría ser, en la modernidad, Ferdinand de Saussure, comenzó a llamarlo signo lingüístico; cabe aclarar que no es característica de las cosas poseer un nombre, eso es algo hecho por nosotros, los humanos, por lo tanto, sólo tiene validez para nosotros. Así, las cosas existen independientemente de que tengan o no nombre, a veces, conocemos una palabra y no sabemos qué significa, o conocemos una cosa y no sabemos cómo se llama; porque las palabras y las cosas son elementos diferentes, son sonidos elaborados, mientras que las cosas son seres animados e inanimados que coexisten con la naturaleza.
 
Lo que se hace al nombrar algo es establecer una relación entre ellos. Para el señor Saussure, el signo lingüístico es una unidad, compuesta por dos elementos, el significante (o imagen acústica, seáse el sonido) y el significado (imagen conceptual, lo no visible, no audible del signo, el contenido, la idea que se encuentra en nuestra mente). Por ejemplo coche, carro, automóvil, auto, troca, son varios significantes con el mismo significado, una máquina con ruedas que te transporta a otro lado; después de todo, el significado no puede existir aislado del significante y ese algo que el significante nombra, no es el significado específico.
 
El motivo, no hay palabras vacías que quieran decir nada; no inventamos palabras sin que tengamos algo que nombrar, es como vernos en un espejo y así como sabemos que no nos confundimos con nuestra imagen con nuestra persona, ni de qué lado se encuentra una y otra. Por último, el señor Ullman propone un triángulo compuesto por el significado (imagen conceptual) en la punta, el significante (sonidos que componen la palabra) y el referente (la cosa) en la base; donde propone que entre el significante y el referente no se da una relación directa, sino indirecta, que se realiza a través del significado, que funciona como un puente entre ambos.

La importancia de la arbitrariedad

¿Cuál es la relación que hay entre ellos? La lengua proporciona un mecanismo precioso para la comunicación y el conocimiento humanos, abstraer la realidad objetiva en conceptos, convertir en ideas las cosas concretas; por ejemplo, no hay dos “varitas mágicas” completamente iguales en el mundo. Las hay de diferentes materiales, diferentes tamaños, todas y cada una de esas “varitas mágicas” que existen son diferentes entre sí en algo, aún en el caso de dos que pudiéramos considerar iguales. Pero, a pesar de ser distintas del concepto, la lengua, por medio esta capacidad de incluir en un solo concepto muchas cosas, nos simplifica el conocimiento del mundo nos proporciona el instrumental necesario para comunicarnos; todo lo cual nos prueba que no hay relación directa entre la cosa y su nombre y que la relación entre la cosa y su nombre se realiza a través de un concepto, que esquematiza, engloba y generaliza y, en consecuencia, simplifica las cosas, la realidad.
 
Sin embargo, aún no está resuelto el tema de cómo hacer funcionar correctamente un idioma ficticio. Recuerden el significado es la imagen conceptual, por ello, la lengua funciona como un espejo de la realidad, el idioma debe permitir apreciar ciertos rasgos de ellas, así como en el espejo sólo podemos ver el frente (los rasgos distintivos de una lengua) y no la espalda (los rasgos secundarios, los que no se pueden ver), debe haber una noción clara que pueden darse en torno a la realidad; por poner otro ejemplo, en las novelas de Harry Potter, la autora nos da palabras nuevas que obedecen etimologías anglosajonas para que fueran pronunciables para la gente común pero que, al mismo tiempo se diferenciaran de otras lenguas existentes.
 
Así pues, debe quedarnos claro que la parte del signo lingüístico, por ejemplo, muggle, que viene de mug, un término que se utiliza para describir a una persona fácil de engañar con el sufijo gle, creando un nuevo significado, ser humano que desconoce la existencia de la magia o son renuentes a ella; ésta palabra está tan bien construida que está constituida por un conjunto de rasgos distintivos, con lo que generalizamos y convertimos en algo unitario a toda una serie de referentes que vemos a lo largo de la historia entre sí, como “mudblood”, que viene de lodo y sangre, que es usado por esos personajes que discriminan a los humanos y consideran a los magos que son descendientes de humanos como inferiores, para consiguiente tenemos “squib”, término aplicado para aquellos descendientes de magos que nacieron sin poderes. Cada referente puede ser especificado por la lengua, pero no con un solo signo, sino con la combinación de varios signos.
 
Ahora espero que haya quedado claro que una cosa es la imagen conceptual que nos hemos formado de las cosas y la otra, es la imagen acústica que nos hemos hecho con el sonido; siendo la relación que los une la libre elección del significante, la conversación entre los hablantes y, por supuesto, la motivación hecha por el contraste de un signo con los demás signos de la lengua. Otro ejemplo tendríamos a la famosa palabra del idioma de G. R. R. Martin, el alto valyrio: Dracarys. Una palabra que se deja claro en el contexto que significa fuego de dragón, pero que lo usan los Thargeryan para domar a los dragones, una palabra que está la libre elección de su uso, la conversación aplicada con esa palabra y la motivación para usarla.
Esta palabra no es “cool” porque suene “cool” o genial, estas palabras o idiomas de la ficción tienen poder y significado porque tienen una ciencia detrás, no están hechas para sonar bonitas o épicas, suenan épicas o bonitas porque tienen convicción. Solo hay un caso, diría yo, en que parece existir relación natural entre la cosa significada y su nombre, como las famosas onomatopeyas, (para los que nunca tomaron clase de historietas, palabras que tratan de imitar el sonido que produce algo); ahí hay una relación indiscutible entre la cosa y su nombre, y lo divertido de éstas es que, a pesar de que en cada lengua de cada parte del mundo cada cosa, animal, sensación o evento tiene un sonido diferente, la gran mayoría de las personas pueden comprender lo que significan, pues están hechas por una motivación acústica.

La libre elección del significante y la convención social

Debido a esto, nunca debemos perder de vista que una cosa es el estudio aislado de los signos lingüísticos y otra, el estudio de las combinaciones entre ellos; ya que, combinando signos podemos expresar y comunicar lo que deseamos, con un signo nombramos algo. Aquí podemos poner de ejemplo el idioma na´vi, donde la parte del signo lingüístico perceptible por el sentido de oído, pero hay matices todavía, aquellos aspectos de la voz que nos informan quien habla, su procedencia geográfica y su nivel sociocultural, así tendemos el significante más puro. En el idioma na´vi no hay escritura natica autóctona, por lo que los humanos usan ortografía basada en el alfabeto latino: para describir a los avatares, los alienígenas utilizan la palabra uniltìrantokx, que se compone de “sueño-caminar-cuerpo”, que las personas lo traducen a “sonámbulo.
 
Además de que distingue 4 géneros gramaticales, masculino, femenino, común y neutro, marcando mediante el prefijo “ay” y el dual con un “me”: nari significa ojo y menari ojos. A parte, de tener un conjunto de rasgos distintivos sonoros de los cuales guardamos en la memoria al ser pronunciados, por ciertos rasgos secundarios; por ejemplo, la palabra skxawng, que significa torpe o tonto, donde la palabra carece de algunos sonidos sencillos como b, d y g, pero utilizan las consonantes eyectivas, pʼ, tʼ y kʼ. Poseyendo así un sistema vocálico que incluye a, ä, e, i, ì, o, u, los fonemas pueden actuar como núcleo silábico /l, r/. Otro caso es la expresión Oel Ngati Kameie, que es más que un simple hola en na´vi, pues significa literalmente “veo a través de ti” o “te veo como eres”; lo que nos refleja no solo la forma de pensar de los personajes, sino su forma de relacionarse con otros y de organizar su realidad y cómo interactúan con el resto de seres.
 
El na´vi, así como el élfico de Tolkien, nos prueban que el lenguaje es un convenio, un acuerdo común y colectivo, el significado y el significante quedan relacionados de manera convencional. Veamos, a alguien se le puede ocurrir llamar “Mjörning” a un martillo, todos lo admiten y la conversación queda establecida, aunque haya sido la primera secuencia de sonidos la que se le ocurrió a ese alguien; una vez admitida por la comunidad, ya no puede ser modificada, pues una secuencia de sonidos de una lengua es aplicable a un significado, sin embargo, una vez elegido un significante, todas las demás secuencias quedan descartadas. Así, la relación que hay entre el significante y el significado es un hecho social que debemos respetar al momento de querer crear una lengua ficticia, no solo por diversión, sino también para los usuarios de esa lengua en nuestro relato o nosotros como aficionados a aprenderlo.

Los signos deben ser motivados

Al momento de querer escribir un lenguaje ficticio o real, el hablante debe respetar la convención social que ha unido a los dos miembros constitutivos del signo. Sin embargo, los hablantes también pueden aplicar las motivaciones específicas que encuentren entre los elementos que componen el signo; a partir de ahí, los lectores que no conozcan el idioma tan bien como el autor de la lengua, no saben bien a bien cómo funciona, aunque la emplean sin mayor dificultad. Pero el usuario, en su afán de entender las cosas, trata, en cuanto puede, de acercar la lengua a su manera particular de sentir y apreciar el mundo; nosotros como autores debemos de tratar de hacer racional a un instrumento que maneja inconscientemente, para eso, los significantes de los signos deben ser creados bajo ciertos principios de selección.
Éstos radican en la existencia de otros signos que no se encuentran motivados, no obstante, los significantes motivados guardan una relación fija respecto a sus significados: la que la comunidad establece entre ellos. Aquí podemos volver al ejemplo de la palabra na´vi “uniltìrantokx”, donde la palabra está compuesta de tres palabras para crear otra nueva para explicar algo que era desconocido para ellos, en éste caso, cuerpos técnicamente dormidos que son controlados a distancia por un humano; de ahí nace lo arbitrario, esa característica esencial e inherente al signo, mientras que lo motivado es una característica accesoria y secundaria al signo, ya sea que los pobladores de Pandora la usan al inicio para distinguirse entre ellos sobre esos otros seres, para luego usarlo de tono peyorativo.
 
Aunque, en una misma lengua suele llamarse a una sola cosa con diferentes nombres, como lo vimos al principio; de manera similar, en cada lugar el significante está ligado a su significado por una conversación social, en cada lugar, la motivación se siente diferente. Ésta motivación es algo accesorio y secundario, que se puede llegar a perder sin alterar la identidad del signo; de igual forma, como nosotros heredamos la lengua de generaciones anteriores y la legamos a generaciones posteriores, todos los idiomas ficticios que he citado lo han hecho también, ya que tienen ese lazo que une al significado con el significante, lo que los hace perdurables.
 
Por ejemplo, con “dementor”, el concepto por el cual conocemos esta palabra, ya pensamos en una criatura cubierta con una capa negra que cuando se acercan producen un profundo frío y le arrebatan a sus víctimas los recuerdos felices, dejándole solo los momentos tristes de su vida. Ahora, en el mundo de la biología ya bautizaron a una avispa con ese nombre por su apariencia similar a la criatura que tiene ese nombre, así como en la psicología se comienza a usar como término para esas personas tóxicas que destruyen la autoestima de las personas a su alrededor.

La imagen gramatical y la linealidad del signo

Y ya para finalizar la clase de hoy, ya dejé más que explicado que la lengua es un sistema de signos y mis debatientes de la RAE sabrán que la misma lengua, está al servicio de los hablantes, siempre con el fin de comunicar; de esta forma, esta se establece no por el uso de signos aislados, sino por las combinaciones de esos signos. Después de todo, cuando hablamos, cuando hablamos, los signos no aparecen de un modo desordenado, al contrario, están ordenados, encadenados unos con otros; con todo esto, cuando quieras que tu idioma ficticio sea funcional, lo más recomendable sea que dos signos nunca puedan ocupar el mismo lugar, esto es para que los signos se den linealmente.
 
Esto no solo es para que uno se haga menos bolas al momento de crearlo y el lector no se confunda, pues en todos los idiomas reales se aplica esta misma regla; donde el comunicado lingüístico no se oyen todas las palabras a la vez, en cambio, se oyen las palabras una por una. Esto nos permite comprender que los signos se desarrollan en una secuencia temporal, se suceden unos a otros y nunca se pronuncian dos a la vez.
 
Esta es la característica de los signos lingüísticos, ya que se derivan de la naturaleza acústica, una secuencia de sonidos (vocales y consonantes) que guardan un orden lineal entre sí. En consecuencia, si se altera el significado de la ubicación, se corre el riesgo de alterar el significado de lo que se expresa. Este es el mecanismo mediante el cual unos signos se combinan con otros para permitir la comunicación.
 
Del mismo modo, la imagen gramatical viene a resultar aquella parte que conlleva las posibilidades combinatorias de un signo con los demás signos de la lengua; ya lo vimos con el na´vi y su forma de aclarar cuando algo es dual o se habla en plural con el sufijo “me”, también en el caso del idioma español, donde “a” u “o” pueden determinar si un signo es femenino o masculino, o “e” en el caso de ser neutro, hay idiomas como el japonés o el inglés donde los signos no tienen género a menos que haya un contexto que lo especifique. Por ende, en tu idioma ficticio puedes escoger un sufijo que haga diferencias entre singular y plural, y si ese signo es singular y que únicamente es posible combinarlo con otras palabras de número singlar; por otro lado, también si el idioma es neutro en géneros o no y si hay palabras que se limitan a sólo poder usarse a otras palabras de género masculino o femenino.
 
Así, para cerrar el curso, se utilizan signos para darle nombre a las cosas, se establece comunicación combinándolos, por lo tanto los signos se desarrollan linealmente y así, las posibilidades combinatorias de los signos están determinadas por imágenes gramaticales. En esencia, los lenguajes ficticios son lenguajes que se crean completamente nuevos y se utilizan por un grupo de hablantes que solo se encuentran en una obra de ficción, literaria o audiovisual. Estas desempeñan un papel muy concreto, el de dotar de exotismo y fascinación a un grupo de personas, entendidas como comunidad, pueblo, país, etc., y la creación de una cultura concreta y mucho más realista que pueda imprimir una mayor credibilidad a dicha comunidad de hablantes dentro de la obra de ficción.

Las respuestas al cuestionamiento

La primera pregunta que debes hacerte al comenzar a crear un idioma ficticio es: "¿Realmente necesito un lenguaje completo?" Si quieres un lenguaje de nomenclatura, que tiene una gramática incompleta y el vocabulario y las normas suficientes para crear nombres compuestos y frases sencillas, probablemente lo que quieras es un lenguaje de nomenclatura. Sin embargo, necesitarás algo más que eso si quieres que las personas en las convenciones solo hablen en tu idioma. Finalmente, la fonética es la mitad de la estética de tu lenguaje y también puede ayudarte a pensar en el entorno en el que vives; si una población tiene un sonido más fuerte o suave, etc. Este paso es completamente opcional en cuanto a la estructura silábica, pero si lo realiza, puede lograr una estética muy consistente. En este punto, debes determinar la cantidad de consonantes que puedes combinar, la cantidad de vocales que pueden ir entre dos consonantes e incluso si hay una combinación de letras que se considera incorrecta.
 
La gramática puede definir preposiciones o postposiciones, tiempos verbales y géneros. La parte más entretenida del proceso es completar el vocabulario, aunque es recomendable comenzar con un pequeño grupo de palabras y ir ampliando su diccionario a medida que avanza la narración. Todos estos componentes contribuyen a la ambientación. Por ejemplo, una comunidad acuática podría usar una variedad de palabras para referirse al agua o podría tener un apéndice en su diccionario que describa una variedad de tipos de nudos. En conclusión, me gustaría recordarles que, al igual que otras herramientas y técnicas, el lenguaje debe ser utilizado para respaldar la historia y no al revés; y, por supuesto, no lo usen como otra excusa para no escribir.
(`´) 
 
Y ya está, aquí queda el penúltimo análisis de invocación, la demora tiene un motivo y es la presencia de lluvia, el agua es sagrada y después de 2 años de sequía y luchar con múltiples plagas de escarabajos rebanadores por fin llegó el agua. Y quería aprovechar estas horas de frío, agua y vida. A mi no me importa que me juzguen por estar feliz por la lluvia, la culpa es de la sobre-urbanización en zonas donde no deberían construir para empezar, así que gente de Facebook, si van a enojarse con alguien, que sean las personas de bienes raíces o los del gobiernos que hacen las cosas con las patas como si tuvieran dos pies derechos. Nos vemos pronto, cuiden el agua y tomen un chocolate caliente con pan árabe.
 
Atte: @SofiaLuCa18

Referencias bibliográficas

  1. Caprettini, G. P. (1976). La semiologia 1 / Elementi per un’introduzione. G. Giappichelli.
  2. Cerdá Massó, R. (1977). Lingüística, hoy (p. 158). Teide. (Trabajo original publicado en 1969).
  3. De Saussure, F. (1980). Curso de lingüística general (p. 378). Akal Editor. (Trabajo original publicado en 1945).
  4. Georges Mounin. (1969). Saussure (Presentación y textos) (p. 159). Anagrama.
  5. Guiraud, P. (1976). La semántica: La semiología (J. A. Hasler & M. T. Poyrazian, Eds.; Vol. 153, p. 113). Fondo De Cultura Económica. (Original work published 1965).
  6. Malmberg, B. (2003). Los nuevos caminos de la lingüística (p. 251). Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1967).
  7. Millán Orozco, A. (1973). El Signo Lingüístico (4th ed., Vol. 727, pp. 7–33). Asociación Nacional De Universidades E Institutos De Enseñanza Superior.

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